El sÃn - Pfizer
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160 12 personajes en busca de psiquiatra<br />
de la vida de Rosario, pero hay una que permanece oculta,<br />
la que ella no le cuenta a Antonio, y otra que solo comparte<br />
con Emilio su novio: la sexual.<br />
Para acercarme a Rosario, evitaré, hasta donde pueda,<br />
caer atrapada en el relato de Antonio, desprovisto de cualquier<br />
objetividad.<br />
<strong>El</strong> primer rasgo de la personalidad de Rosario que me<br />
llama la atención es el arrojo y la indiferencia que exhibía<br />
después de cometer sus crímenes. A pesar de ser una mujer<br />
con una historia marcada por los traumas, las carencias y la<br />
ausencia de figuras ejemplarizantes significativas, es difícil<br />
comprender la racionalidad de sus actos. La falta de sentimiento<br />
cuando acaba de matar a sus víctimas es sorprendente.<br />
Una noche, tras matar a un hombre en el baño de<br />
una discoteca, dijo con frialdad: “Vámonos, ya me aburrí”<br />
(Franco, ibídem, p. 46). Cogió su bolso, se pintó los labios<br />
y se fue, como si lo que hubiese pasado minutos antes fuera<br />
una trivialidad. Con razón, Antonio decía que Rosario, en<br />
vez de ser la caperucita del cuento que regresa feliz con su<br />
abuelita, ella se comía al lobo, a la abuelita y al cazador; era<br />
la Blancanieves que masacraba a los enanitos.<br />
Otro detalle que llama la atención es el placer que experimenta<br />
cuando relata las atrocidades de sus historias,<br />
la forma morbosa como le pregunta a Antonio acerca de<br />
lo que se rumora de ella. Da la impresión de que disfruta<br />
cuando escucha lo que la gente dice sobre los muertos que<br />
lleva a sus espaldas, que es hombre en vez de mujer, que tiene<br />
testículos; es como si el personaje de Rosario se hubiera<br />
convertido en un mito urbano y ella se complaciera con el<br />
imaginario construido en torno suyo.<br />
Había períodos indeterminados durante los cuales Rosario<br />
se perdía, probablemente para cumplir las misiones que<br />
le encomendaban sus jefes. Nadie sabía exactamente lo que<br />
hacía. Luego reaparecía como si nunca se hubiera ausentado