30.11.2012 Views

El sín - Pfizer

El sín - Pfizer

El sín - Pfizer

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

62 12 personajes en busca de psiquiatra<br />

Pero sin duda el mayor contraste frente la depresión de<br />

la adultez son las vanidades y euforias de la juventud. En<br />

<strong>El</strong> último rostro, Napierski ofrece dos pistas: se sorprende con<br />

las uñas del héroe, “almendradas y pulcramente pulidas,<br />

ajenas por completo a una vida de batallas y esfuerzos sobrehumanos”<br />

(Mutis, ibídem, p. 126); y unas páginas más<br />

adelante, el militar polaco nos recuerda el derroche que caracterizó<br />

la vida de Bolívar durante su juventud en Madrid<br />

y París. Tenemos pues dos signos sutiles que nos permiten<br />

sospechar que estamos ante un hombre más de veleidades<br />

que de batallas.<br />

Los relatos no se ponen de acuerdo sobre la actitud del<br />

personaje en la guerra. Nos queda la duda de si era cobarde<br />

o arrojado, pero todos sí coinciden en un punto: a Bolívar<br />

le gustaban las fiestas, el baile y los desfiles pomposos, casi<br />

napoleónicos, de los que era protagonista en cada ciudad<br />

que visitaba victorioso. Evelio Rosero nos refiere los desfiles<br />

en Caracas y Quito, en 1813 y 1822, respectivamente, en los<br />

cuales la carroza de Bolívar no fue tirada por alazanes, sino<br />

por doce niñas vestidas de blanco, ceñidas con coronas de<br />

laurel, una de las cuales debía ponerle una guirnalda en la<br />

cabeza como si se tratara de un homenaje real.<br />

<strong>El</strong> mismo autor nos cuenta que en 1819 “Bolívar marchó<br />

hacia Pamplona en donde gastó más de dos meses en bailes<br />

y fiestas” (Rosero, ibídem, p. 161), mientras Gabo nos habla<br />

de “banquetes multitudinarios y espléndidos” en los que el<br />

Libertador “incitaba a sus invitados a comer y a beber hasta<br />

la embriaguez” (GGM, ibídem, p. 76) y bailaba hasta el<br />

amanecer, “haciendo repetir la pieza cada vez que cambiaba<br />

de pareja” (GGM, ibídem, p. 81).<br />

En estos y otros ámbitos el Libertador no es ajeno a<br />

ciertas extravagancias, al menos para los parámetros de su<br />

época. Según el nobel se subía a bailar encima de la mesa<br />

del comedor para expresar sus júbilos, y Rosero recuerda

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!