El sueño <strong>del</strong> niño negroSueños de muchos coloressaben soñar los morenos.A la sombra gris oscura,bajo un blanco limonero,almohada de verdes hojas,se ha dormido el niño negro.Se ve en un caballo zainopor campos amarillentos.Violeta el jacarandá,azul el río, a lo lejos…El saco marrón y lila,verde y granate el sombreroy una rosa color rosalleva en el blanco pañuelo.Negra niña se le acercay le pide al niño negroque moje en el río azulsus rojos labios sedientos.¡Galopa el caballo zainopor el campo amarillento!¡Qué celeste está la tardey qué celeste está el viento !<strong>La</strong>s frescas aguas azulesmojan los labios bermejos…Sonríe la niña negray sonríe el niño negro,sonrisas de blancos dientesy de bronceados hoyuelos.Cantó un rojo cardenalen el blanco limonero,y apartando verdes hojasse despierta el niño negro.Tomado de Coplas, poemas y canciones, Buenos Aires: “El Bibliófilo”, 1938, pp. 61-63.Este poema fue retomado, con variantes, en las sucesivas ediciones de El gallo pinto. Por otra parte, María Teresa Corraly “El Tata” Cedrón hicieron canciones con su texto.Crónica de JavierCuando el Diablo perdió la cabezaEscuchen y repitan para que otros escuchen y sigan repitiendo los nombres de estas ciudades y pueblos de <strong>La</strong> Mancha:Argamasilla de Alba, Herencia, Arenas de San Juan, Campo de Criptana, Villarrubia de los Ojos, Los Jarales. Y fue en LosJarales , en el patio de una vieja finca, donde los fotógrafos y Maese Javier improvisaron un escenario.Cuánto lamenté no hubieran estado Pedro Rimales, <strong>La</strong> Muerte, El Anunciador, Tío Tigre y Tío Conejo. Se habían ido conmaese Paulino a Carrión de Calatrava.Hicimos una función para los hijos de los gitanos que trabajaban en la vendimia. Esos niños nunca habían visto títeres.Se corrió la voz o fue que la alegría voló por el aire y de pronto el patio se llenó de gitanos.Todos los gitanos abandonaron las tareas y vinieron a vernos actuar. Llegaron cuando Juancito le acariciaba los cabellos aMaría. “¡Los cabellos, María! ¡Los cabellos!” Qué hermoso es el amor.Los gitanos ocuparon el patio. Les brillaba el sudor en las espaldas. <strong>La</strong>s últimas luces de la tarde iluminaban el escenario.Tenía que aparecer el Diablo y no aparecía. Maese Javier no encontraba la cabeza <strong>del</strong> Diablo. Se había calzado el traje yla capa. Tenía que entretener al público.De pronto se escuchó una voz que venía de los sótanos <strong>del</strong> infierno. Maese Javier habló con la voz <strong>del</strong> Diablo: “¡Micabeza! ¿Dónde está mi cabeza?” Y respondió otra voz que venía de más abajo todavía: “Olvidaste la cabeza en la camade la Portuguesa”. Algunos gitanos rieron a carcajadas. Conocían a la Portuguesa. Era famosa en Puerto Lápice. Despuésles contaré qué ocurrió en el cuarto de la Portuguesa. Sigo con la representación.
Se hizo un profundo silencio cuando apareció el Diablo una llamarada que emergía <strong>del</strong> fondo de la tierra.Era el mismo Diablo con los hombros levantados, el cuello encogido y los cuernos ocultos entre los pliegues de la capa.Juancito después de vencer a los fantasmas lucho con el diablo sin cabeza. Es increíble. Les estoy contando la obra comosi no conocieran <strong>La</strong> calle de los fantasmas.Cuando salí a anunciar el final <strong>del</strong> espectáculo, cuando dije, como digo siempre: “¡Público! ¡Respetable público! ¿<strong>La</strong>función ha terminado!”, los gitanos se levantaron, corrieron, invadieron el escenario. Viejos, jóvenes, niños, querían vernosde cerca, tocarnos, acariciarnos. Nos traían racimos de uvas. Los fotógrafos y Maese Javier no podían contenerlos.Una gitana le regaló a maría una cinta para protegerla <strong>del</strong> mal de ojo.Maese Javier buscoó el libro para que firmara el gitano más viejo. Escribo “el libro” como si supieran a qué libro me estoyrefiriendo.Así se me deben haber pasado por alto muchas cosas. No podemos confiar en la memoria. <strong>La</strong> memoria es un trompo quese enreda en sí mismo.Y nuestra memoria no es solamente recordar el ayer, es recordar el mañana, el pasado mañana o el próximo domingo yno olvidar el día, la hora exacta donde hay que hacer una función.Vuelvo a referirme al libro que firmó el más viejo de los gitanos. Cuando Maese Javier llegó a Madrid lo primero que hizofue comprar una hermosa edición <strong>del</strong> Quijote para regalar a la Biblioteca de la Universidad de Los Andes.El libro llevará la firma de los amigos que encuentren en el camino. Hasta ahora firmaron un mulero, un poeta, unacocinera, un alcalde, un cura, un torero, una monja, un músico, un barbero, un médico, un viudo, el dueño de un hostal,una copera y la última firma es la <strong>del</strong> viejo gitano de Los Jarales.Tomado de Javier Villafañe, Maese Trotamundos por el camino de Don Quijote, Barcelona: Seix Barral, 1983, pp. 49-51.Ensayos de JavierLos Niños y los TíteresDesde el año 1935, en distintos medios de locomoción carreta, carro, camión, canoa llevamos por los caminos y los ríos elpequeño tablado de <strong>La</strong> Andariega.<strong>La</strong> mayor parte de las funciones las realizábamos al aire libre, en las plazas, en las calles y en los desembarcaderos <strong>del</strong>os puertos.Invariablemente nos deteníamos en las escuelas que hallábamos a nuestro paso, y después de la representaciónenseñábamos a los niños el viejo y sencillo arte de los títeres.En muy pocos años se multiplicaron los titiriteros y se desparramaron rápidamente por los cuatro puntos cardinales <strong>del</strong>país.Hoy podemos contar numerosos teatros de títeres construidos por niños, que representan sus propias obras, conmuñecos mo<strong>del</strong>ados, pintados y vestidos por ellos mismos.Y está cercano el día en que no hallaremos una sola escuela, en todo el territorio, donde falte un tabladillo con susmuñecos.El teatro de títeres, sin duda alguna, es el espectáculo preferido por el niño.Llega tan hondo a su sensibilidad, que participa de lleno en las representaciones, entregándose totalmente, jugando eldoble papel de espectador y actor.[…]Es un arte tan puro, este antiguo arte de los títeres, que sólo puede vivir en las manos <strong>del</strong> niño o <strong>del</strong> poeta.Sería lamentable que el maestro equivocara la verdadera misión <strong>del</strong> teatro de títeres en la escuela, queriendo utilizar a losmuñecos para colaborar en la enseñanza.¡Pobres de los títeres, entonces! Llenos de pedagogía, los veríamos morir irremediablemente, convertidos en la másdolorosa pesadilla <strong>del</strong> niño.Tramos de una conferencia de octubre de 1941 que reseñaba la experiencia de Javier como becario de la ComisiónNacional de Cultura.Publicada en distintas fuentes, y reproducida parcialmente en Los niños y los títeres, Buenos Aires: El Ateneo (“ColecciónTitirimundo Agrupación de titiriteros y amigos de los títeres”), 1944.