VE-16 SEPTIEMBRE 2015
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Los Vuelos<br />
Esa mañana de agosto mamá no se levantó. Papá dijo que tenía<br />
gripe, entonces preparamos el desayuno al abuelo entre todos.<br />
Después de saludar rápido, nos fuimos con la vecina a la escuela.<br />
Papá nos pasaría a buscar como siempre. La noche anterior había<br />
llovido mucho, las calles estaban inundadas, así que nos costó llegar.<br />
No me gustaban los días de lluvia porque debía quedarme encerrado.<br />
Una de mis tareas era poner baldes o fuentones en las goteras del<br />
techo y estar atento para vaciarlos. Toda la casa se llovía, menos la<br />
cocina. El abuelo contaba que hacía años que no pasaba esto.<br />
Mamá siguió acostada toda la semana, papá no dejaba que<br />
estuviéramos en su habitación porque debía descansar. Le<br />
ayudábamos al abuelo haciendo algún mandado y él cocinaba<br />
siempre lo mismo.<br />
Si no llovía a la mañana, era a la noche, pero los días se me<br />
hacían interminables. Ya no había recipiente que soportara más<br />
goteras.<br />
Mi hermano y yo andábamos como sonámbulos buscando en<br />
qué entretenernos. Ya nos habíamos agotado de las cartas y los<br />
juegos de mesa. El médico vino dos veces, pero yo creo que mamá<br />
prefería estar acostada con este tiempo.<br />
Un día escuché su voz con más ánimo. Había salido el sol.<br />
Despacio fui al dormitorio, me pidió corriera las cortinas y allí me las<br />
mostró. Había más de diez mariposas sobre el cielo raso. Unas más<br />
pequeñas que otras, todas de bordes marrones. Aparecían entre dos o<br />
tres flores, parecían calas grises.<br />
—Son preciosas estas mariposas —dijo mamá entusiasmada.<br />
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