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UN CRIMEN

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—Cuando ha salido, después del último interrogatorio, ella ha pensado<br />

que había ganado y se ha relajado.<br />

—¿Y?<br />

—Ha cogido el informe que estaba encima de la mesa y lo ha ordenado,<br />

hoja por hoja.<br />

494. FRANCISCO FREIJANES – PURA RUTINA<br />

Antón contempla minuciosamente el cadáver. Ni una señal, ni un signo<br />

de violencia. El suceso es reciente, la calle está vacía y nadie ha visto nada.<br />

Había caído desde el tercer piso y aquello era una inspección rutinaria. Se<br />

agacha sobre el cuerpo tirado boca abajo observando las manos, el cuello y el<br />

lado visible de su cara. Borja, el otro detective, le señala algo en la nuca;<br />

Antón asiente, parece una picadura. Es la marca del asesino en serie que<br />

buscan hace tiempo. Rápido, suben las escaleras, Borja tropieza con un<br />

empleado de la limpieza, llegan al supuesto lugar del crimen, para no hallar<br />

nada significativo. De pronto, al detective Antón algo le suena extraño. ¿Qué<br />

hace un empleado de la limpieza en un edificio abandonado? Piensa y vuelve<br />

escaleras abajo, aprisa; cuando llega a la calle, no encuentra a nadie. Ha vuelto<br />

a tomarles el pelo.<br />

495. FRANCISCO GÓMEZ – CALÍGINE<br />

Todo empezó una noche sin luna. Me desperté en medio del parque, sin<br />

saber muy bien cuándo o cómo había llegado allí. Caminaba tiritando,<br />

ayudándome con la luz del móvil a buscar la salida, cuando de repente, en un<br />

recoveco, apareció la que haya podido ser la visión más atroz de toda mi vida.<br />

Un cuerpo de mujer, mutilado, descansaba en un charco de sangre, con la<br />

cara destrozada y un palo astillado clavado en el cuello. Esa visión me dejó en<br />

shock durante un tiempo que no sabría concretar, hasta que recordé que tenía<br />

el teléfono en la mano y, poco a poco, marqué el número de la policía.<br />

Minutos más tarde, empezaron a sonar las primeras sirenas, anunciando la<br />

llegada de los agentes, que, con presteza, registraron el lugar. Sacaron un<br />

DNI de debajo del cadáver, mientras me miraban incrédulos. Dios, es el mío,<br />

cómo pudo haber llegado hasta ahí. No podía recordar nada, y aun así, algo<br />

me decía, mientras me esposaban, que acababa de entregarme.<br />

496. FRANCISCO MARTÍN – SIN TÍTULO<br />

El inspector Max cogió la servilleta. Quería limpiarse los restos del<br />

estupendo costillar que se había comido con su anfitrión, el señor Smith. Max<br />

sabía que no había comido un costillar tan jugoso nunca. Quería aprovechar<br />

la cena para obtener respuestas de Smith, su principal sospechoso e intentar<br />

cerrar el caso de la jubilada desaparecida, pero la cena transcurrió sin<br />

sorpresas y seguía sin obtener respuestas. Smith sacó una estupenda tarta con

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