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UN CRIMEN

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culminación de mi pequeña gran obra.<br />

1415. YVONNE COLOM BERTRAN – ¿FICCIÓN O REALIDAD?<br />

Él pisaba el acelerador aun sabiendo que su viejo coche no daba más de<br />

sí; ella se mordía el labio inferior y lo miraba fijamente, como si no hubiera<br />

nada más hermoso en el mundo. Las ganas de comerse a besos iban en<br />

aumento, pero, al girar la calle, un árbol inmenso les impedía el paso. Por<br />

suerte, había un atajo, podían coger el camino de tierra, tendrían que ir más<br />

despacio, pero llegarían a su ansiado destino. De repente, la cara de ella se<br />

estremeció al contemplar, a través de la ventana, como cientos de lápidas<br />

emergían entre los árboles. Bajo la luz de la luna pudieron ver una gran mesa<br />

de piedra donde yacía una mujer de pelo rojo y a su alrededor un grupo de<br />

gente, todos vestidos de negro. El más alto de ellos empuñaba una daga y la<br />

alzaba mientras recitaba algo indescifrable. Se miraron horrorizados y<br />

decidieron seguir su camino para llegar a casa, como tenían previsto. Al día<br />

siguiente, al pasar por el camino, no había ni rastro del diabólico escenario de<br />

la noche anterior.<br />

1416. ZAIDA RAMOS ÁLVAREZ – HOMBRE DESCONOCIDO<br />

Era una noche de otoño. En el centro de Barcelona, cuatro amigas,<br />

Alicia, Sonia, Ainhoa y Lorena. Perfecta noche para iniciar una aventura. Se<br />

despertaron a la mañana siguiente, en medio de la calle, en el centro de Plaza<br />

España, todas menos... Alicia. ¿Dónde había ido Alicia? ¿Qué había pasado<br />

esa noche? Eran preguntas que se hacían. Intentaron recordar. Pasadas unas<br />

horas, cada una se fue a casa a descansar, pensando que Alicia habría vuelto a<br />

la suya a medianoche. De repente, Ainhoa llamó a las tres; tenía un notición.<br />

Decidieron verse en persona. A la media hora, estaban todas en lo alto del<br />

Arena. Ainhoa sacó su teléfono móvil y les enseñó una foto en la cual se veía<br />

una persona desconocida que se llevaba a Alicia a cuestas, como si estuviera<br />

dormida y no se hubiese dado cuenta. Desde lo alto del Arena miraron hacia<br />

abajo; parecía sorprendente, pero ahí estaba ese hombre.<br />

1417. ZEBENZUI ISMAEL CHINEA LARA – GESTA, MÁS ALLÁ DE LA<br />

TINTA<br />

Entraron tras reventar la puerta. Nada se oía salvo la lluvia. El<br />

apartamento estaba oscuro y deshabitado. Avanzaron comunicándose<br />

mediante sus miradas veladas tras las tinieblas. Llegaron al pasillo donde se<br />

distribuían tres habitaciones y se separaron aún recelosos. No escaparía, no<br />

otra vez. Entró en la segunda habitación, vacía como el resto de la casa, salvo<br />

por una hoja de papel junto a la que ardía una diminuta vela. Acercándose a<br />

ella sin vacilar, la tomó en sus manos. En letras obsidianas, que reconocía ya<br />

fácilmente, podía leer: Fue inútil cuanto intentó. Lysa volvió a llegar tarde, y su

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