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El aprendizaje basado
en proyectos
Cucha García de Valenzuela
Directora
Nuestra primera revista anual publicada en 1997 mostraba y explicaba varios ejemplos de los proyectos
que trabajábamos ya desde ese entonces con los chicos de PK hasta el 3° grado. Al año siguiente, la
revista fue más allá y pretendió explicar en un artículo por qué habíamos elegido esta forma pedagógica
de trabajar, lo que implicaba, sus aportes y desafíos. Han pasado veinte años y el aprendizaje basado
en proyectos sigue estando en el candelero. Por un lado, porque en muchos colegios esta pedagogía
ha sido difícil de implementar, lo que la hace parecer aún novedosa; en nuestro caso, porque este
trabajo implica varios retos difíciles de lograr y que implican estar siempre en movimiento.
No es lo mismo planificar el aprendizaje completo a través de proyectos en Inicial que en Secundaria.
Para que sea una metodología viable en una escuela debe estar claro que la programación de los
proyectos a lo largo de toda la escolaridad no puede estar totalmente librada al azar o a la iniciativa
espontánea. Se trata de poder programar con método y rigor, pero dejar a la vez los espacios para la
participación libre y creativa de cada grupo de alumnos. Además, lo que se planifique debe permitir no
solo poner en acción a los alumnos, sino sobre todo garantizar la oportunidad de nuevos aprendizajes
(capacidades y contenidos), a veces muy específicos, algunos de los cuales (y no pocos) requieren de
más tiempo, prerrequisitos en secuencia adecuada y de un nivel de especialización de los profesores,
quienes deben estar organizados de alguna manera particular para poder intervenir en su momento.
La mayoría de propuestas educativas que han alcanzado cierta madurez, por más innovadoras
que sean, han reconocido esta problemática y han ensayado soluciones creativas y muchas veces
eclécticas. Puede tratarse de combinar la metodología de proyectos con otras, o de aplicarla solamente
en algunas áreas o momentos, por ejemplo. Algunas funcionan mejor que otras, pero todas requieren
ir adaptándose a los tiempos, al perfil de los nuevos alumnos y a los recursos que van desarrollándose
para la tarea educativa a lo largo del tiempo. Es en este contexto también que el colegio está haciendo
un esfuerzo por poner las bases para un mayor aprovechamiento de las tecnologías de la comunicación
y la información (TIC). No se trata solo de disponer de una red que permita una buena conectividad,
ni de tener dispositivos o plataformas. Se trata sobre todo de entender para qué todo eso y cómo
aprovecharlo realmente para el logro de una mejor pedagogía.
En nuestro colegio insistimos en el trabajo en proyectos en diversas modalidades. En primer lugar,
debe aplicarse dentro de cada área curricular, cada año en algunas de sus unidades de aprendizaje.
Aunque naturalmente un proyecto implique a más de un área, el foco podrá estar puesto en una de
ellas y el profesor podrá simplemente mencionar y aprovechar las conexiones con las demás. Esto
funciona mejor si los profesores
saben trabajar en equipo y
tienen espacios para comentar
sobre sus programaciones. En
el colegio tenemos reuniones
planificadas con este propósito
que generan que muchas
veces se dé un paso más allá
y tengamos también proyectos
organizados por más de un área
conjunta y coordinadamente.
Cada área irá aportando y
evaluando lo suyo, proveyendo a
los alumnos de las herramientas
para avanzar autónomamente
en su proyecto.
Una manera de incentivar este
trabajo es también contar con
momentos especiales en el año
en que planteamos proyectos
totalmente independientes de
la organización de las áreas
curriculares. Se trata de partir
de problemas o preguntas
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Los chicos desarrollan hábitos saludables a través de investigaciones sobre una
adecuada alimentación.