La Sirena Varada: Año II, Número 10

cia donde insinuaban querer llegar en
un gesto tenso e inmóvil, todas con las
bocas abiertas y mostrando amedrentadores
y ponzoñosos colmillos.
Tampoco le ha contado que, al ver
acercarse a ese chico, Luca, alto, brillante
la larga melena, pantalón corto
grande y plagado de bolsillos, camiseta
de baloncesto y chancletas, ella lo ha
encontrado demasiado delgado y refinado.
Y que Susi, por contra, ha sentido
una fascinación inmediata y ha querido
transmitírsela a su amiga. No le ha contado
a su padre lo que ella ha dicho: «Pero
ves qué piernas, pero cómo camina, qué
elegancia. Has visto unos ojos iguales alguna
vez… Y nos mira, pero qué mirada,
por favor». Bajo la camiseta de él asomaban
también trazos de un tatuaje. Ambas
lo han visto y se han preguntado qué se
habría tatuado. Diana le habría contado
que, tras tomar algo donde Nico, ha decidido
marchar a buscar al resto de amigas
para dejarlos solos.
Sin embargo, habría evitado hablar
de la llamada de su amiga, a la una de la
mañana, porque son cosas entre amigas.
No le habría hecho ciertas confidencias,
como que Susi y Luca se han bañado desnudos
entre olas lentas y rítmicas y que,
«Fíjate, qué increíble», le ha contado, el
venado de su tatuaje había desaparecido,
ya no lo tenía grabado en su cuerpo
y lo ha visto correr sobre sus patas ende-
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