La Sirena Varada: Año II, Número 10

Explosión. Bola de fuego. Radiación.
Nadie sabe si es cierto que las cucarachas
reptan aun por aquí, aturdidas y
agazapadas. No hay nadie para saberlo
de cierto.
Hace tres horas que esa vil cucaracha,
el loco de peluquín, oprimió el botón.
Florentina Pabón
Él la había llevado hasta ésta situación.
Lo había planeado paso a paso dentro
de su cerebro. Un ser únicamente racional
(al menos eso parecía), había desafiado
la primera ley de la robótica: «Un
robot no debe dañar a un ser humano».
Nunca se supo si él la había matado:
no pudieron reavivar a ese ser metálico
aunque lo intentaron durante mucho
tiempo: todo parecía estar en perfecto
estado dentro de él. Nadie excepto ella
podía haber explicado lo que había sucedido.
Pero ella estaba muerta.
Salua Aramoni Quintero
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