La Sirena Varada: Año II, Número 10

o donde impactó, primero su nuca y
después su cráneo muriendo al instante.
Eso había sido trece años atrás, pero
el recuerdo vivía en ella y la seguía cada
mañana cuando la rutina estaba por iniciar.
Las terapias la ayudaron y hasta sus
destrozados padres la consolaron, pero
nada le ayudaba a superar el momento
de acercarse al baño. Las manos le sudaban
como el primer día, los escalofríos la
inundaban como en sus pesadillas y su
culpa se intensificaban cada vez más.
Encontró en sus movimientos mecanizados
y cabalmente bien ensayados
un escape breve para lidiar con la
situación; pero ese día era distinto. Su
sistema falló. Terminado su recuerdo;
seguía tirada en el suelo. Sintió el frío
de la soledad recorriendo su cuerpo
desnudo antes de incorporarse y sentada
en posición fetal con la cabeza en
las rodillas se soltó a llorar.
No duró mucho así. Como un reflejo
de su lejana pero familiar rutina de
niña de ocho, decidió por primera vez
en trece años, levantar su mirada por
encima del barandal de la regadera.
Cada músculo en ella se paralizó por
completo con un espasmo brusco y doloroso
al comprobar lo que había temido
cada día al iniciar la rutina desde el
accidente. Al mirar, se encontró con la
cabeza de su hermano y la misma mirada
penetrante posándose en ella. Ella
no lo había sabido hasta ese momento,
pero en realidad nunca estuvo sola.
49