La Sirena Varada: Año II, Número 10

ma de un contrato matrimonial, pues
seguramente, se va a dar cuenta que
tal decisión le va a afectar gran parte
de su vida. En ese caso, equivocarse es
un desastre y uno quisiera que tal equivocación
no fuera parte de la vida.
Por eso, el equivocarse no es bueno,
aunque sea parte de la vida.
Solo que si no nos exponemos a los
riesgos de la equivocación, hay muy
poca posibilidad de crecer y de avanzar
y de encontrar lo que uno (o una) ande
buscando en esta vida. Porque la equivocación
es la gota que alimenta el árbol
del crecimiento en esta vida.
Si yo me equivoco, me estoy ubicando
en la posibilidad de corregir y eso
mantiene la posibilidad de crecer al
realizar las cosas de diferente manera
para no volver a caer en el mismo error.
Es posible que me vuelva a equivocar,
pero ya di un paso en el avanzar y en el
crecer, para darme ánimo a volver a corregir
y así, sucesivamente, hasta eliminar
los riesgos en ese proceder de la vida.
Eliminar la equivocación no es el fin a perseguir,
porque se estaría eliminando uno de
los medios más importante para avanzar.
No hacerlo por la intención de corregir,
solamente, sino hacerlo con la
intención de optimizar la vida, mejorar
la forma de vivir para crecer y avanzar.
Si me equivoco, crezco.
Estancarse en la vida es fácil. Vivir la
vida sin haber subido un peldaño, fue
una vida sin fruto, sin atractivo, sin un
porqué vivir.
Cuando uno está niño o niña, quiere
ser grande y cuando se es grande, quiere
ser niño o niña, según sea el género.
Eso pasa en todos los ambientes, el auxiliar,
el aprendiz, el soldado raso, quieren
ser jefe, maestro, sargento, y cuando se logra,
añoran la etapa en la que empezaron.
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