La Sirena Varada: Año II, Número 10

Úrsula decidió intentar un tema de
conversación menos neutral.
—Y… ¿Cómo se siente ser un paladín
de la fe? —al menos parecía un tema
más interesante qué el clima. Como
J.U.A.N. no contestaba, Pohl decidió
que la pregunta era dirigida a él.
—¿Qué quieres que te diga? No entiendo
nada. Hace cinco horas mi única
preocupación era una ballena blanca
con muy mala actitud que se escapó
de un estudio de cine —Pohl trató de
cambiar de postura, aquella cama no
era para sentarse—. Al parecer se las
arregló para viajar en el tiempo a mediados
del siglo XIX, pero ahora resulta
que hay una profecía escrita por una
computadora vieja y debo atravesar
media galaxia…
—Varias galaxias —la interrupción
tenía un tono optimista, similar al que
utiliza una motivadora empresarial—.
Será un viaje divertido.
Cuando J.U.A.N. interrumpió a Pohl,
sus compañeros lo miraban con una
expresión de pánico total; el robot suponía
que se debía a la idea de visitar
varias galaxias. La verdadera causa de
molestia era que el robot había encontrado
una pequeña pieza de lencería de
encaje y decidió probársela. Pohl resolvió
incluir aquel detalle a su queja.
—Debo atravesar varias galaxias encerrado
en un cuarto de motel barato —extendió
sus manos, señalando la habitación—,
con un robot que usa una tanga
ajena y una saboteadora del gobierno.
—El gobierno de la tierra me contrató
para frustrar tu misión. ¿Acaso eso me
hace una saboteadora? —Úrsula se cruzó
de brazos, esperando dignamente
una respuesta.
—¡Sí! —contestaron el humano y el
robot al mismo tiempo.
—En ese caso no queda mucho por
discutir —hubo un dramático cambio
entre la pose de dignidad y la postura
de negociación—. Pero podrías confiar
en mí, aunque sea un poco, solo para
hacer más interesante tu aventura.
Además, el gobierno de la tierra decidió
que pretende pagarme con experiencia.
¿Entiendes eso? ¡Experiencia! —Úrsula
explotó—. Soy una profesionista que
dejó su empleo solo porque el gobierno
central la llamó ofreciéndole el mejor
empleo posible para alguien de mi
ramo. Una hora antes de abordar este
cacharro flotante, me informan que no
hay presupuesto, pero hay que agradecer
porque voy a obtener mucha experiencia
con este trabajo. ¡Experiencia!
Pohl conoce demasiado bien las estrategias
del gobierno para reducir gastos.
Cuando cumplió dieciocho años,
el orfanato le consiguió un trabajo en
una oficina gubernamental. Era la comisión
de investigación para garantizar
el cumplimiento de los derechos de los
trabajadores jóvenes. Su puesto consistía
en pararse junto al cajero electrónico
del estacionamiento, tomar el
boleto de los usuarios y colocarlo en la
ranura adecuada. Todo de la manera
más eficiente.
Una semana después. Pohl se enteró
de que en realidad estaba realizando
un voluntariado. El cajero electrónico
estaba descompuesto y no podía
extender su brazo mecánico hacia los
usuarios. Los pobres burócratas estaban
tan acostumbrados a que alguien
les recibiera sus boletos de estacionamiento
qué, el primer día sin el brazo
mecánico, muchos acamparon en sus
oficinas y cobraron las horas extra 5 . Obviamente
los empleados de la comisión
podían colocar sus boletos en la ranura
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