La Sirena Varada: Año II, Número 10

compañía de licores VSK. Se apropiarían
del monopolio destilador.
—Cuatrocientos millones —anunció el
representante de la VSK con una expresión
que entre los de su especie significaba:
no debiste decir tu límite presupuestario
en voz alta. Pohl miró con desesperación
a J.U.A.N. Ya no había presupuesto para
competir. El robot le sugirió:
—Se creativo.
El subastador comenzó con el tradicional
cierre de pujas:
—Cuatrocientos millones a la una.
El tiempo se agotaba…
—Cuatrocientos millones a las dos.
¿Qué le ofreces a alguien que odia a
los humanos?
—Cuatrocientos millo…
—¡Cuatrocientos millones y una patada
en mis bolas! —todos los asistentes
miraban al humano.
—¿Perdón? —el director de la subasta
lucía auténticamente confundido.
—¡Así es! Cuatrocientos millones de
monedas terrestres y además el placer
de golpearme en mi frágil zona reproductiva
—Pohl se cruzó de brazos en un
tono de autosuficiencia.
Minutos después, la VSK ya era el propietario
legal de la Cock Tail Sinatra 51.
Pohl caminaba cabizbajo de regreso
a la nave. Esa era su gran aventura
y había fallado en su primera misión.
Úrsula no había sido necesaria, él había
sido un incompetente que no pudo
ganar una vil subasta. «¿Qué hubieran
hecho los anteriores paladines de la
fe?», meditó Pohl.
Sabía lo que hizo J.U.A.N. El robot
molesto les informó que tenían media
hora para recuperar sus cosas. Habían
fracasado en la misión y la iglesia renunciaba
a cualquier responsabilidad
respecto a ellos, eso incluía su pasaje
de vuelta a casa.
Fue cuando un vehículo de la VSK le
cerró el paso.
—¡Señor Douglas! ¿Todavía está dispuesto
a recibir esa patada en sus genitales?
—Úrsula se adelantó:
—Sí, aún están dispuestos a pagar. Pohl
felizmente recibirá las patadas necesarias.
—¿Qué?
—¡Piensa, Pohl! No nos espera nada
en la tierra. Con algo de dinero podemos
escondernos en algún lado —Úrsula
acercó su rostro a milímetros de la
cara de Pohl—. ¿O quieres regresar a la
tierra para que las hordas de contribuyentes
te linchen?
Los dos humanos cerraron el trato
adentro de uno de los vehículos.
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Hay una canción popular que dice:
Los robots no saben mentir.
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O al menos eso es lo que dicen los reportes.
Si alguien hubiera preguntado
a los mozos o guardias de seguridad,
ellos habrían dado una versión muy
diferente de lo ocurrido.
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Pero que también fuera muy idiota.
7
Afortunadamente se contaba con un
descuento especial del 8%
8
¿Alguna vez intentaron colonizar un
planeta y terminaron consumidos por
la especie dominante local? Es una
anécdota muy graciosa que no les voy
a contar, pero desde entonces nadie
habla de Fuxa 7
Continúa en el número 11...
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