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La fortuna de los Rougon - Emile Zola

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y venir como un zarandillo? Ya me enteraré <strong>de</strong> cuál <strong>de</strong> <strong>los</strong> dos tiene el<br />

gato. ¿Quizá te lo has comido tú?…<br />

Y, aludiendo a su antigua mala conducta, le preguntó si no tendría algún<br />

canalla al que daba sus últimos cuartos. Ni siquiera perdonó a su padre,<br />

aquel borracho <strong>de</strong> Macquart, <strong>de</strong>cía, que <strong>de</strong>bía <strong>de</strong> haberla timado hasta su<br />

muerte, y que <strong>de</strong>jaba a sus hijos en la miseria. <strong>La</strong> pobre mujer escuchaba,<br />

con aire embrutecido. Gruesas lágrimas corrían por sus mejillas. Se<br />

<strong>de</strong>fendió con un terror <strong>de</strong> niño, respondiendo a las preguntas <strong>de</strong> su hijo<br />

como a las <strong>de</strong> un juez, jurando que se portaba bien, y repitiendo siempre<br />

con insistencia que no tenía un cuarto, que Pierre se había quedado con<br />

todo. Antoine casi acabó por creerla.<br />

—¡Ah, qué bribón! —murmuró—; por eso no me rescataba.<br />

Tuvo que dormir en casa <strong>de</strong> su madre, en un jergón echado en una<br />

esquina. Había vuelto con <strong>los</strong> bolsil<strong>los</strong> completamente vacíos, y lo que<br />

más lo exasperaba era verse sin ningún recurso, mientras que su<br />

hermano, según él, hacía buenos negocios, comía y dormía<br />

cómodamente. No teniendo con qué comprarse ropa, salió al día siguiente<br />

con el pantalón y el quepis <strong>de</strong> or<strong>de</strong>nanza. Tuvo la suerte <strong>de</strong> encontrar, en<br />

el fondo <strong>de</strong> un armario, una vieja chaqueta <strong>de</strong> terciopelo amarillento,<br />

gastada y remendada, que había pertenecido a Macquart. Con esta<br />

singular vestimenta corrió por la ciudad, contando su historia y pidiendo<br />

justicia.<br />

<strong>La</strong> gente a la que fue a consultar lo recibió con un <strong>de</strong>sprecio que le hizo<br />

verter lágrimas <strong>de</strong> rabia. En provincias, se es implacable con las familias<br />

venidas a menos. Según la opinión común, a <strong>los</strong> <strong>Rougon</strong>-Macquart les<br />

venía <strong>de</strong> casta y se <strong>de</strong>voraban entre sí; la galería, en lugar <strong>de</strong> separar<strong>los</strong>,<br />

más bien <strong>los</strong> habría incitado a mor<strong>de</strong>rse. Pierre, por lo <strong>de</strong>más, empezaba<br />

a lavarse su mancha original. Su bribonada hizo reír; ciertas personas<br />

llegaron a <strong>de</strong>cir que había hecho muy bien, si realmente se había<br />

apo<strong>de</strong>rado <strong>de</strong>l dinero, y que eso sería una buena lección para las<br />

personas libertinas <strong>de</strong> la ciudad.<br />

Antoine regresó <strong>de</strong>salentado. Un abogado le había aconsejado, con<br />

muecas asqueadas, que lavara sus trapos sucios en familia, tras haberse<br />

informado hábilmente <strong>de</strong> si poseía la suma necesaria para sostener un<br />

proceso. Según aquel hombre, el asunto parecía muy enredado, <strong>los</strong><br />

<strong>de</strong>bates serían muy largos y el éxito era dudoso. A<strong>de</strong>más, hacía falta<br />

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