04.01.2019 Views

La fortuna de los Rougon - Emile Zola

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

—¿Qué tienes? ¿Por qué lloras? —preguntó Silvère con voz inquieta.<br />

—No, déjame —balbució—, no sé. —Después, como a su pesar, entre<br />

lágrimas—: ¡Ah!, soy muy <strong>de</strong>sgraciada. Tenía diez años, me tiraban<br />

piedras. Hoy me tratan como a la última <strong>de</strong> las fulanas. Justin tuvo razón al<br />

<strong>de</strong>spreciarme <strong>de</strong>lante <strong>de</strong> la gente. Acabamos <strong>de</strong> hacer algo malo, Silvère.<br />

El joven, consternado, volvió a cogerla entre sus brazos, intentando<br />

consolarla.<br />

—¡Te amo! —murmuró—. Soy tu hermano. ¿Por qué dices que acabamos<br />

<strong>de</strong> hacer algo malo? Nos hemos besado porque teníamos frío. Sabes<br />

perfectamente que nos besamos todas las noches al separarnos.<br />

—¡Oh!, no como hace un momento —dijo ella en voz muy baja—. No hay<br />

que volver a hacerlo, ya ves; <strong>de</strong>be <strong>de</strong> estar prohibido, porque me he<br />

sentido muy rara. Ahora <strong>los</strong> hombres se van a reír, cuando yo pase. No me<br />

atreveré a <strong>de</strong>fen<strong>de</strong>rme, estarán en su <strong>de</strong>recho.<br />

El joven callaba, sin encontrar una frase para tranquilizar el espíritu<br />

asustado <strong>de</strong> aquella niña gran<strong>de</strong> <strong>de</strong> trece años, toda temblorosa y<br />

atemorizada en su primer beso <strong>de</strong> amor. <strong>La</strong> estrechaba dulcemente contra<br />

sí, adivinaba que la calmaría si pudiera <strong>de</strong>volverle el tibio embotamiento <strong>de</strong><br />

su abrazo. Pero ella se <strong>de</strong>batía, continuaba:<br />

—Si tú quisieras, nos iríamos, nos marcharíamos <strong>de</strong> la región. No puedo<br />

regresar a Plassans; mi tío me pegará, toda la ciudad me señalará con el<br />

<strong>de</strong>do. —Después, como invadida por una brusca irritación—: No, estoy<br />

maldita, te prohíbo que <strong>de</strong>jes a tía Di<strong>de</strong> para seguirme. Tienes que<br />

abandonarme en cualquier camino.<br />

—Miette, Miette —imploró Silvère—, ¡no digas eso!<br />

—Sí, me quitaré <strong>de</strong> en medio. Sé razonable. Me han expulsado como a<br />

una golfa. Si regresaras conmigo, te pelearías todos <strong>los</strong> días. No quiero.<br />

El joven le dio un nuevo beso en la boca, murmurando:<br />

—Serás mi mujer, nadie se atreverá a lastimarte.<br />

—¡Oh!, te lo suplico —dijo ella con un débil grito—, no me beses así. Me<br />

hace daño. —Después, al cabo <strong>de</strong> un silencio—: Sabes muy bien que no<br />

158

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!