04.01.2019 Views

La fortuna de los Rougon - Emile Zola

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

—No diga nada, pero tengo razones para pensar que <strong>Rougon</strong> pedirá la<br />

con<strong>de</strong>coración para mí. Es un buen chico.<br />

El ex fabricante <strong>de</strong> géneros <strong>de</strong> punto se puso serio y a partir <strong>de</strong> entonces<br />

se mostró <strong>de</strong> una gran cortesía. Habiendo ido Vuillet a charlar con él <strong>de</strong> la<br />

merecida recompensa que acababa <strong>de</strong> recibir su amigo, respondió en voz<br />

alta, para que lo oyera Felicité, sentada a unos pasos, que hombres como<br />

<strong>Rougon</strong> «honraban la Legión <strong>de</strong> Honor». El librero le hizo coro; esa<br />

mañana le habían dado la seguridad formal <strong>de</strong> que la clientela <strong>de</strong>l colegio<br />

le sería <strong>de</strong>vuelta. En cuanto a Sicardot, experimentó al principio un ligero<br />

fastidio al no ser ya el único con<strong>de</strong>corado <strong>de</strong> la pandilla. Según él, sólo <strong>los</strong><br />

militares tenían <strong>de</strong>recho a la cinta. El valor <strong>de</strong> Pierre lo sorprendía. Pero,<br />

buena persona en el fondo, se acaloró y acabó gritando que <strong>los</strong> Napoleón<br />

sabían distinguir a <strong>los</strong> hombres <strong>de</strong> corazón y energía.<br />

<strong>Rougon</strong> y Aristi<strong>de</strong> fueron recibidos, pues, con entusiasmo; todas las<br />

manos se tendieron hacia el<strong>los</strong>. Hasta llegaron a besar<strong>los</strong>. Angèle estaba<br />

en el canapé, al lado <strong>de</strong> su suegra, feliz, mirando la mesa con el asombro<br />

<strong>de</strong> una gran tragona que nunca había visto tantos platos juntos. Aristi<strong>de</strong> se<br />

acercó, y Sicardot acudió a felicitar a su yerno por el soberbio artículo <strong>de</strong><br />

El In<strong>de</strong>pendiente. Le <strong>de</strong>volvía su amistad. El joven, a las paternales<br />

preguntas que le dirigía, respondió que su <strong>de</strong>seo era marchar con su gente<br />

a París, don<strong>de</strong> su hermano Eugène lo favorecería; pero le faltaban<br />

quinientos francos. Sicardot se <strong>los</strong> prometió, viendo ya a su hija recibida<br />

en las Tullerías por Napoleón III.<br />

Entre tanto Félicité le había hecho una seña a su marido. Pierre, muy<br />

agasajado, interrogado cariñosamente sobre su pali<strong>de</strong>z, sólo consiguió<br />

escapar un minuto. Pudo murmurar al oído <strong>de</strong> su mujer que había<br />

encontrado a Pascal y que Macquart se marchaba esa noche. Bajó aún<br />

más la voz para informarla <strong>de</strong> la locura <strong>de</strong> su madre, poniéndose un <strong>de</strong>do<br />

en la boca, como para <strong>de</strong>cir: «Ni una palabra, nos arruinaría la velada».<br />

Felicité se mordió <strong>los</strong> labios. Intercambiaron una mirada en la cual leyeron<br />

un pensamiento común: ahora, la vieja no les molestaría; arrasarían la<br />

casucha <strong>de</strong>l furtivo, como habían arrasado las tapias <strong>de</strong>l cercado <strong>de</strong> <strong>los</strong><br />

Fouque, y contarían para siempre con el respeto y la consi<strong>de</strong>ración <strong>de</strong><br />

Plassans.<br />

Pero <strong>los</strong> invitados miraban la mesa. Felicité hizo sentar a aquel<strong>los</strong><br />

caballeros. Fue una beatitud. Cuando cada uno cogía su cuchara,<br />

289

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!