04.01.2019 Views

La fortuna de los Rougon - Emile Zola

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

—Apuesto a que no —dijo tranquilamente Macquart.<br />

Pero ella clamó:<br />

—Antes rescataría con mi sangre el honor <strong>de</strong> la familia. Lo que le digo es<br />

para <strong>de</strong>mostrarle que no lo abandonaremos… Vengo a proporcionarle <strong>los</strong><br />

medios para huir, mi querido Antoine.<br />

Se miraron por un instante a <strong>los</strong> ojos, tanteándose con la mirada antes <strong>de</strong><br />

entablar la lucha.<br />

—¿Sin condiciones? —preguntó él por fin.<br />

—Sin ninguna condición —respondió Felicité. Se sentó a su lado en el<br />

diván, y luego continuó con voz <strong>de</strong>cidida—: E incluso, antes <strong>de</strong> cruzar la<br />

frontera, si quiere usted ganar un billete <strong>de</strong> mil francos, puedo<br />

proporcionarle <strong>los</strong> medios.<br />

Hubo un nuevo silencio.<br />

—Si el asunto es limpio —murmuró Antoine, que parecía reflexionar—. Ya<br />

sabe usted, no quiero meterme en sus tejemanejes.<br />

—Pero si no hay tejemanejes —prosiguió Felicité, riéndose <strong>de</strong> <strong>los</strong><br />

escrúpu<strong>los</strong> <strong>de</strong>l viejo tunante—; va usted a salir ahora mismo <strong>de</strong> este<br />

cuarto, irá a escon<strong>de</strong>rse a casa <strong>de</strong> su madre y, por la noche, reunirá a sus<br />

amigos, y vendrá a recuperar el ayuntamiento.<br />

Macquart no pudo ocultar una honda sorpresa. No entendía nada.<br />

—Creía —dijo— que habían salido uste<strong>de</strong>s victoriosos.<br />

—¡Oh!, no tengo tiempo <strong>de</strong> ponerle al corriente —respondió la vieja con<br />

cierta impaciencia—. ¿Acepta usted o no acepta?<br />

—Pues, bueno, no, no acepto… Quiero reflexionar. Por mil francos sería<br />

muy idiota si a lo mejor arriesgase una <strong>fortuna</strong>.<br />

Felicité se levantó.<br />

—Como le parezca, amigo mío —dijo fríamente—. Realmente no tiene<br />

usted conciencia <strong>de</strong> su situación. Ha venido a mi casa a llamarme vieja<br />

259

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!