Revista Utopía y Praxis Latinoamericana. Año 25, n° 90 (julio-septiembre), 2020
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Utopía y Praxis Latinoamericana; ISSN 1316-5216; ISSN-e 2477-9555
Año 25, n° 90 (julio-septiembre), 2020, pp. 252-263
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ocurre la separación que se menciona, donde aquello significado como «femenino» (y, por lo mismo, a
quienes se reconoce como femeninas) queda sometido a una socialización esquizoide en la cual participa de
la reproducción de esta lógica a través de su exclusión de ella, afirmando la fragmentación en donde el
«carácter privado» de lo femenino se subalterniza frente a la pertenencia de lo significado como masculino
de la «esfera pública», al ámbito de la producción, que es, propiamente dicho, el ámbito del valor 23 .
La propuesta que abona la perspectiva de la escisión del valor se contrapone a la tendencia metafísica
del pensamiento ilustrado que ontologiza al trabajo, pues no pretende reconciliar esa feminidad con su
contraparte masculina, sino por el contrario, poner en tensión aquel esquema que le da sustento y que
«engenera» 24 los distintos aspectos de la actividad humana y las relaciones sociales. Esto a su vez entra en
conflicto con lo que dentro de vertientes del feminismo marxista como lo es aquella que han conformado
autoras como Silvia Federici, Selma James y Maria Rosa Dalla-Costa, donde se ha insistido en concebir
aquellas actividades concebidas bajo el rubro de la reproducción dentro de la noción de «trabajo
doméstico» 25 . En dicho tenor, se habla del «trabajo de los cuidados y los afectos» y desde allí se ha buscado
consolidar la denuncia de que lo que desde allí se plantea como trabajo no pagado debe formar parte del
régimen salarial.
La propuesta de la inclusión del «trabajo doméstico» en el sistema salarial se confronta directamente con
el análisis que se propone en la perspectiva de la escisión del valor desde un nivel lógico, ya que para esta
última tal proceso es incluso imposible a ese nivel. Lo que allí se separa del ámbito público de la producción
y la valorización no se da de manera arbitraria por parte del poderío masculino sobre la economía, se trata
de un fenómeno en el cual está sustentada aquella división y que no puede deshacerse porque aquello que
sustenta la significación de lo femenino fuera de la valorización del valor es el hecho de que se trata de
costados de la actividad social que no pueden ser sometidos a una geometría temporal, es decir, no pueden
adquirir una figura delimitada, ser cuantificados y medidos o sujetarse a unidades temporales ni a
estandarizaciones.
El hecho de que las actividades respectivas a la esfera de los cuidados han sido siempre factibles de
someterse a los comandos de la productividad, la rentabilidad, la competencia y la ganancia, no hace que el
aspecto femenino que se les imputa y del que se ha hablado anteriormente no quede fuera de ello como algo
que no puede ser captado y subsumido en el trabajo abstracto. Los intentos como los de las autoras
mencionadas previamente por promover la reproducción a una categoría homóloga a la de la producción y
de concebir como trabajo lo que allí se desempeña son problemáticos desde el momento en que se
presupone que se trata de trabajo de antemano, y que el conflicto está en no reconocerlo (sin mencionar,
desde luego, el cariz de destino que mantiene para las mujeres específicamente).
El reconocimiento al que se apela allí tiene sentido en cuanto a algunas modificaciones en las relaciones
de poder que se gestan a partir del salario y desde las dinámicas culturales del capitalismo en cuanto al
esquema sexo-género, sin embargo, no hay una puesta en tensión del trabajo, sino una apuesta por valorizar
actividades que, como el resto, no tendrían por qué estar fagocitadas de tal modo por la forma valor y que,
más allá de su imposibilidad lógica, sólo significaría sostener la separación entre producción y reproducción,
naturalizándola con el matiz de que deje de tratarse de una actividad realizada específicamente por las
mujeres (aunque no por ello deje de tratarse de algo significado como femenino).
23
Lo cual no significa que el valor sólo exista dentro del proceso productivo inmediato, sino que allí es donde surge, y la separación de cierto
costado de la actividad como la actividad dedicada a producir ese valor es parte de lo que funda esa escisión entre costados de la actividad
factibles de valorizarlo y los que no.
24
«Engenerar» se entiende aquí a la manera en que lo plantean autoras como Oyěwùmí, aludiendo con ello a la manera en que aspectos
como las relaciones sociales, los sujetos y ciertas dinámicas adquieren un género, es decir, son conferidas con una identificación relativa al
esquema occidental del género. Véase: OYĚWÙMÍ, O (2017). La invención de las mujeres. Editorial en la frontera, Bogotá.
25
FEDERICI, S (2010). Calibán y la bruja. Traficantes de sueños, Madrid y FEDERICI, S (2013). Revolución en punto cero, Traficantes de
sueños, Madrid.