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cárnico, y que hizo posible la puesta en
marcha del túnel de frío de esta empresa
de Colón, en Entre Ríos”.
Según explica Domenech, la de CEPA
fue siempre trabajar “de las empresas
para adelante, nosotros no nos metemos
dentro de las empresas, no hay razón
para hacerlo, no es nuestra misión.
Recibimos la preocupación de las empresas,
analizamos como vienen las
cosas –apertura de mercados, casos de
habilitaciones, armonizaciones de certificados
sanitarios, etc.–, toda una serie
de elementos realmente muy valiosos,
muy importantes, que se convierten
en nuestra función. Por supuesto
que siempre tenemos el apoyo de los
técnicos de las empresas: si vamos por
una necesidad de plantear en AFIP, vamos
con los responsables impositivos
de las empresas; si tenemos temas de
tipo sanitario vamos a la Conasa o al
Senasa con los responsables veterinarios
o ingenieros agrónomos que tienen
que ver con la sanidad o con el alimento
balanceado; esa es la forma con la
cual trabajamos y eso lo posibilitó también
el proyecto, porque fue demandando
y no lo burocratizamos al proyecto,
si no que fue siempre sumamente
ejecutivo”.
En relación al diseño del Proyecto,
según Domenech, reside en que “otra
ventaja de la dinámica del sector, es que
fue un proyecto que nosotros nos encargamos
de auditarlo y de promocionar
la auditoría; de ir mostrándole a los
funcionarios y a los periodistas los verdaderos
crecimientos y las verdaderas
razones del crecimiento: no era un crecimiento
accidental, el crecimiento en
sí mismo era un crecimiento planificado
y que por supuesto iba encontrando
el camino, era un río con sus accidentes,
con sus curvas, con sus banquitos de
arena... pero la nave llegó. Y ahora, hay
que tener en cuenta que si 50 kilos responden
al consumo, estamos en 60 kilos
de producción, porque 10 kilos es lo
que estamos exportando”, enfatiza orgulloso
Domenech.
LLEGÓ LA HORA DE LA AVICULTURA
DE PRECISIÓN
Partiendo de la base que la oferta
siempre fue una variable que incidió
radicalmente en la producción de pollo,
hoy más que nunca se necesita sumar
mercados en el exterior, y en ese sentido,
la competitividad juega un papel
protagónico. Dentro de este contexto, la
Avicultura de Precisión aparece como
una práctica imprescindible.
Para Roberto Domenech “la avicultura
de precisión es un desafío más importante
que el proyecto mismo que
tuvimos. Es decir, si quisiéramos dimensionar
lo que fue desarrollar un
proyecto allá por el año 2002, hoy tendríamos
que decir que hay que lanzar
desde el próximo año la decisión de
trabajar en avicultura de precisión.
Porque declamar la avicultura de precisión
la podemos declamar, pero la decisión
de trabajar en avicultura de precisión
es un desafío permanente. No
hay ninguna duda que para la avicultura
de precisión uno tiene que lograr
lo que cada etapa te dice que podes tener
en materia de producción y resultado:
cuando dicen que la reproductora
tiene que poner 185 huevos, tiene que
poner 185 huevos… si pone 175 y el
año pasado fueron 160, mejoraste pero
no lograste el objetivo. La avicultura de
precisión es llegar a lo que te dicen que
produce, porque no te dicen que produce
para esforzarte a que te aproximes,
si no para que lo logres. Después
de eso te van a decir la fertilidad promedio
de ese lote tiene que ser del 84%
con picos de 90%, por ejemplo, o quizás
de más del 90%. Después que el pollito
bebé alojado, en la primera semana
tenga que superar determinado porcentaje
de selección. O que tengo que
lograr determinado gramaje semana a
semana, porque hoy están las balanzas
electrónicas ubicadas dentro del galpón
en donde el pollo se mueve –dentro
de lo poco que se mueve–, pasa, lo
pesa y tenés un registro de peso. Después
vas por la conversión de alimento…
Todo eso no lo podes dejar de lado.
Ahora bien, también están los que te
dicen: «vas a convertir 1,550, y va a ser
en este tipo de galpón, bajo estas
condiciones de aire, con estas condiciones
de temperatura, con el menor
movimiento dentro de las aves, etc.»; y
para eso ya tenés toda la implementación
interna del galpón, pero hay que
modificar el galpón y ahí empieza a
jugar no sólo el resultado, sino también
la escala, sin llegar a una sobrecarga de
pollo por metro cuadrado. Entonces, ya
tenés que pensar en galpones distintos,
galpones de 14 a 16 metros de ancho
que pueden ser de 160, 190 o 200 metros
de largo. Tenemos algunos galpones
de este tipo, pero ¿cuántos deberíamos
tener? La mayor cantidad posible,
porque la mayoría de los países que
producen y que ya aparecen como países
competitivos en la exportación, lo
han hecho en los últimos 5, 6 o 7 años.
¿Cómo lo hacen, por qué lo hacen?
Porque tienen acceso al crédito, que ya
es otra cosa que se tiene que incorporar,
otra palanca que tiene que darse”, advierte
Domenech.
Al respecto, el dirigente sostiene
que “unos de los saltos importantísimos
que dimos en la inversión, fue en
2010 conseguir los Créditos del Bicentenario.
Esos créditos no financiaban la
construcción de galpones o plantas de
incubación, financiaban proyectos, que
es otra cosa importante para agregar al
efecto del proyecto. Débora Giorgi, por
ese entonces Ministra de Industria,
siempre había escuchado, había leído y
había acompañado lo que tenía que ver
con nuestros proyectos, entonces enpág.
51 • junio - julio 2020 |
CA&A