Revista ConSciencia La Salle Cuernavaca No.36
Revista de investigación de la Escuela de Psicología de la Universidad La Salle Cuernavaca
Revista de investigación de la Escuela de Psicología de la Universidad La Salle Cuernavaca
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Pasados pocos o muchos minutos regresó Jesús, y con la
misma precisión con la que sin lugar a duda apuntaba la de
9 mm que le colgaba y daba a sus blancos, les dijo:
—Señores, no fallen. El patrón está como loco, se pone a gritar
que lo están persiguiendo y después se calma. Ya son varios
días. Dice que se le metió algo a la panza y no puede comer.
El Dr. Zavaleta escuchó con atención las descripciones de Jesús
sobre el comportamiento de su patrón.
—Tienen que quedarse al menos un par de días –enfatizó
Jesús ante la expresión de los galenos–, sus familias están
avisadas. Nos habló su secretaria para decir que todo estaba
en orden. El patrón ya sabe que aquí están sus doctores preferidos
–añadió.
—¿Qué? ¿Tiene otros? –preguntó Ramos.
—No sea pendejo, doctor, lo que les quiero decir es que él
confía sólo en ustedes –atajó y les pidió que lo acompañaran.
Jesús tocó la puerta de la enorme recámara para avisar a su
patrón que entrarían los doctores.
—Todo suyo, no fallen, no fallen… –les quedó reverberando
la consigna.
Antes de que Jesús se retirara, Eduardo Ramos se le acercó.
—De acuerdo con lo que usted nos comentó, podría tratarse
de algo serio –le dijo, y no dudó en agregar que don Marco
pudiera presentar una crisis mayor en un lapso breve, exaltarse
o gritar, inclusive aventar cosas.
—Es importante que lo sepa y no piense que le estamos haciendo
algo. Como usted dijo, puede alucinar o tener ideas
delirantes.
Fotografía: Pixabay