26.11.2020 Views

Revista ConSciencia La Salle Cuernavaca No.36

Revista de investigación de la Escuela de Psicología de la Universidad La Salle Cuernavaca

Revista de investigación de la Escuela de Psicología de la Universidad La Salle Cuernavaca

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

Laberintos de la mente IV

—No fallen… no fallen… –repitió Jesús al tiempo que asentía

con la cabeza.

Zavaleta se le acercó a Ramos para explicarle en voz baja que

cuando la mente tiene diferentes opciones y quiere decidirse

al mismo tiempo sobre más de una, se diluye la ayuda que

podríamos brindarle.

—No te entiendo –contestó Eduardo, ante lo que el eminente

psiquiatra sólo le pidió serenidad y mucho silencio.

Zavaleta hizo las preguntas.

—¿Cómo está, don Marco? Nos dice Jesús que no se siente

bien –don Marco no respondió. Antes de que Ramos hiciera

alguna pregunta, Enrique le pidió que no hablara.

—Somos el Dr. Ramos y el Dr. Zavaleta –espetó, al tiempo

que le extendía la mano para saludarlo.

Don Marco no reaccionó. Zavaleta insistió diciéndole que

Jesús les había dicho que no se sentía bien. Don Marco se levantó

del sillón y empezó a caminar dentro de la habitación

como si fuera una fiera enjaulada. Los miraba y volvía a clavar

los ojos en algún lugar de la habitación. Zavaleta sabía que

se trataba de una característica de los estados de confusión.

Se quedó callado esperando a que los reconociera para poder

ampliar la conversación.

Eduardo Ramos no entendía qué hacía su colega. En su consulta

siempre preguntaba a sus pacientes sobre los síntomas

que les aquejaban, no entendía en qué podría ayudarles que

ahí con don Marco se quedaran callados.

Enrique Zavaleta, con su larga experiencia como clínico, sabía

que tendría que ser muy cauteloso con sus preguntas, para

no despertar ninguna inquietud en don Marco, sin descuidar

que podría presentar ideas delirantes. Según les informó

Jesús, ya las había tenido previamente, como les comentó

durante el trayecto de su consultorio al lugar en donde se

encontraban.

—Hace algunos años tuvo una crisis parecida, de poco tiempo.

Yo no entiendo de alucinaciones –comentó Jesús–, pero

por lo que decía el patrón, era como si se tratara de otra persona.

Sí nos ha dado sustos, y agregó, a veces le gusta entretenerse

con nieve –concluyó. (No entendí qué relación tiene

la nieve aquí.)

—¿Cómo con nieve? Sea más explícito, es importante saberlo.

—Con cocaína, doctor, con cocaína –le contestó subrayando

la palabra.

Zavaleta sabía que eran síntomas comunes de los brotes

psicóticos, una psicosis tóxica probablemente; sólo le faltaba

saber qué tan desorganizado era su comportamiento

y cómo estaba el contenido y curso de su lenguaje verbal

para corroborar el diagnóstico. Temió que si no actuaban con

sapiencia, el cuadro clínico pudiera agravarse y don Marco

presentara mayor desorganización mental, pues ya notaba

en él angustia de aniquilación. También Zavaleta sabía que,

paradójicamente como una defensa, estos estados anuncian

una catástrofe mayor.

La percepción de grandiosidad que tenía este sujeto se

vio amenazada. Enrique Zavaleta sabía que las fantasías

de destrucción no permiten pensar a quien las padece;

temía que en cualquier momento surgiera un ataque o

una airada reclamación hacia ellos. Él no dudaba en cómo

debía actuar, pero en ese momento quien le preocupaba

era su colega, pues cada vez lo veía más aturdido y confundido.

Revista ConSciencia de la Escuela de Psicología

13

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!