Revista ConSciencia La Salle Cuernavaca No.36
Revista de investigación de la Escuela de Psicología de la Universidad La Salle Cuernavaca
Revista de investigación de la Escuela de Psicología de la Universidad La Salle Cuernavaca
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Fotografía: Pixabay
Según algunas revisiones y estudios, la corteza cerebral del
ser humano no contiene tantas neuronas, tomando en cuenta
su tamaño y la cantidad de concentración neuronal por
masa que se espera en la escala general del cerebro de los
primates, como escribe Herculano-Houzel (2009):
La corteza cerebral humana, con un promedio de 1233 g y
16 mil millones de neuronas, está ligeramente por debajo
de las expectativas para un cerebro de primates de 1.5 kg,
mientras que el cerebelo humano, en 154 g y 69 mil millones
de neuronas, iguala o incluso excede ligeramente el
esperado.
Discusión
Ahora bien, recordemos que estas conclusiones parten de
la suposición de que el ser humano es el más inteligente y
de ahí se hace la correlación entre inteligencia y número de
neuronas. Pero si volvemos al principio de este artículo, a
la definición de la inteligencia, y nos quedamos con la que
propuso Gardner, siendo la más popular hoy en día, es decir,
que inteligencia es la “habilidad de adaptarse, dar forma y
seleccionar ambientes”. Según lo dice la Enciclopedia MIT de
Ciencias Cognitivas (2001), podríamos señalar que todo esto
de medir la inteligencia, jerarquizarla y buscar su correlato
neuronal no es más que una tarea inoficiosa.
Según las conclusiones del artículo de Herculano-Houzel, el
cerebro humano tiene posiblemente muchas más neuronas
de las que caben en un cerebro de tamaño similar, y dentro de
los primates al tener el cerebro más grande disfrutamos
de la mayor cantidad de neuronas. Lo anterior complementa
la creencia de que es la concentración de neuronas
la que ayuda al ser humano a realizar operaciones cognitivas
superiores que suelen asociarse con la inteligencia.
Si hablamos de que la inteligencia se puede resumir en la
facilidad de adaptarse y buscar su propia felicidad cambiando
su medio, cualquier animal sería igualmente inteligente.
Normalmente caemos en un error al creer que el ser humano
es el más evolucionado, cuando no es así; la evolución no
es lineal. En otras palabras, diferentes especies han cambiado
de muchas formas para adaptarse a su medio. Un águila
vuela por la cima de las montañas y no necesita aprender a
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