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OPINIÓN
Algunas disfrutan haciendo sufrir a compañeras en sala, a
las que he visto incluso saltársele las lágrimas.
En las guardias los fiscales llegan al juzgado aún después
del Juez. Los que cumplimos y vamos tan pronto nos es
posible, como exige la norma, sabemos lo que es estar toda
la mañana esperando a que vengan las personas que tienen
necesariamente que intervenir en el procedimiento. Sabemos
lo que es volver, sobre todo de algunos juzgados de la
provincia, a las tres y media o las cuatro de la tarde. Desde
las nueve de la mañana.
Pocos llegan a su hora. Pocos esperan si nosotros tenemos
un retraso. Pocos atienden nuestros argumentos, aunque
muchas veces, quien de hecho defiende la legalidad vigente,
lo que no es nuestra labor, somos nosotros. El funcionario
de turno ve a su jefe bufando al vernos, y por supuesto, se
mimetiza con él. Las medidas Covid en los juzgados han
valido para hacernos más extraños, más ajenos aún a la
Administración de Justicia.
La última, en el tiempo me refiero, porque habrá más, es la
discriminación que supone tener que usar el arco de entrada.
No me negaría a tamaño ultraje, si todas las personas
que entraren en la ciudad de la Justicia, tuvieran que pasar
por ahí. Pero ¿Podemos los letrados llevar armas u otros
objetos prohibidos escondidas, y los funcionarios y los
jueces no? Lo cierto es que se nos supone, por parte de
quien ha tomado esa decisión, delincuentes. Es un acto
ofensivo y despectivo hacia un colectivo sin el que, y sería
muy importante que lo hiciéramos notar, la Administración
de Justicia quedaría paralizada. ¿Se ha dado cuenta alguien
que sin los abogados no hay juicios? ¿Se ha dado cuenta
alguien de que el Derecho de Huelga es causa justa para la
suspensión de un Juicio? ¿Nos hemos dado cuenta de que
podríamos hacer valer nuestra dignidad como letrados,
convocando una huelga de, pongamos una semana, y
vemos los efectos de nuestra queja en el funcionamiento de
la administración que nos ningunea?
Deberíamos haber salido hace tiempo a reclamar nuestro
derecho. Hace tiempo deberíamos habernos plantado,
haber exigido el permiso para la creación de un sindicato de
abogados que aborde ya, sin dilación, todos los problemas a
los que los abogados nos vemos condenados a diario. Que
pueda interponer quejas ante el CGPJ sin ser personalmente
señalado nadie. Que haga comparecencias en los juzgados
cuando nos citan a las diez de la mañana, y son las dos
y aún no hemos entrado en sala. Que pueda exigir un trato
digno a jueces, fiscales y funcionarios. Que ponga en valor
nuestra labor, sin la que no habría actividad en la Administración
de Justicia. Ya sé que dice la Sentencia de la Audiencia
Nacional, y ello es un motivo más para comprender la
necesidad de creación de un Sindicato de Abogados.
Y desde el, podríamos también quitarnos de en medio
profesionalmente hablando, de todos aquellos que, con sus
acciones indignas, nos han privado de lo que por Derecho
nos pertenece: la dignidad de la profesión de Abogado
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