Revista Libre Pensamiento, no. 59. Dossier: Retos del sindicalismo
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editorial
¿Hay crisis o no?, ¿es interna o importada?, ¿de ciclo largo o corto?, ¿estamos
en recesión? El encarecimiento del precio del petróleo y el pinchazo de la “burbuja”
inmobiliaria nos acercan a esa situación económica definida y aireada como “la
crisis”. Sin embargo, la mayor parte de la humanidad entraría de buena gana en
una crisis como la nuestra.
Nos recuerda Emilio Alba en su artículo sobre la “crisis alimentaria” que entre
lo años 2005 y 2008 los precios del trigo y de la soja se han multiplicado por tres,
y los del arroz y el maíz por cuatro. Uno y otro dato han tenido una repercusión no
excesiva en nuestras economías familiares, mientras que en otras latitudes sus
consecuencias han sido trágicas, significando incrementos de la mortalidad. Sin
embargo, esa situación no se define como “crisis”, ni cuenta en el debate que sobre
la misma se montan nuestros políticos y con el que nos abruman y nos distraen los
medios de comunicación.
El mismo Alba y en el mismo artículo nos alerta de que el problema no está en
lo circunstancial sino en lo esencial, en lo estructural. En su caso, que la crisis alimentaria
no puede explicarse tanto por factores puntuales -por ejemplo, la utilización
de biocombustibles- como en el desembarco en el sector alimentario de los
fondos de inversión o el creciente control que sobre él ejercen las industrias multinacionales.
Los precios de los alimentos se han disparado por la acción del
Norte: sus crisis financieras, sus mercados de divisas que juegan a la ruleta con
las monedas “pobres”, sus multinacionales que roban y matan, sus relaciones
comerciales injustas, monopolistas e imperialistas, son las causas que explican
que una masa de población de 100 millones, vuelva a entrar en una crisis de hambre,
a muy corto plazo.
Sin confundir el todo y la parte, ni olvidar que nuestro campo de trabajo es
sobre todo concreto y parcial, algo de esa apreciación tendríamos que trasladar a
las valoraciones que hacemos de nuestra “crisis”: el problema está en el modelo de
crecimiento; la recesión o la bonanza coyunturales solo son sus circunstancias, las
formas que adopta a cada instante por mor de otros factores.
El problema estriba en el modelo de desarrollo, sometido al beneficio del capital
y precisado de un permanente crecimiento, que necesita absorber cada vez
más campos de las relaciones sociales y humanas, introduciéndolas en el mercado,
para a su vez volverlas a someter al beneficio. Es un perpetuum mobile diabólico
desde el instante en que echó a andar. Medidas como la autonomía del Banco Central
Europeo, la Directiva Bolkestein para privatizar servicios, el Tratado de Lisboa
para flexibilizar el mercado laboral y acercarse al despido libre, el endurecimiento
de la legislación sobre inmigración, la propuesta de elevar la jornada semanal a 65
horas, los avances en la concertación/privatización de la enseñanza y la sanidad,
etcétera, se toman en época de “bonanza”. En esa época de “bonanza”, precisamente,
el desempleo no ha bajado del 9%, y siempre sobre la inestable base de un
33% de eventualidad y de expedientes de regulación y procesos de externalización
permanentes, estructurales. En época de “bonanza” las desigualdades sociales
han seguido aumentando, y no solo lo han hecho entre ricos y pobres sino también
en el interior mismo de los trabajadores
En época de “bonanza” o de “recesión”, lo mismo da, la todopoderosa economía,
sometida al beneficio privado, invade y aniquila todo lo social. Es cierto que en los
periodos de “recesión” los efectos adquieren mayor crudeza, siendo menor la capacidad
de supervivencia a ese proceso de la maquinaria económica. Pero en ambos
LP
EDITORIAL 1