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Negociación Gobierno-ELN. Y sin embargo, se mueve<br />
las instituciones gubernamentales en su conjunto concluyan que ello implica<br />
transformaciones estructurales en el orden territorial. Esto es así porque el<br />
enfoque explícito de paz territorial promovido desde esos ámbitos sigue preso<br />
del paradigma del plan de consolidación territorial que otrora planteó el Ministerio<br />
de la Defensa 5 .<br />
Destacamos varios problemas en ese enfoque. El primero es la línea de<br />
reforzamiento de la presencia estatal nacional —en palabras coloquiales, “llevar<br />
el Estado” a los territorios no integrados—, trátese de instituciones o de procedimientos<br />
y criterios para la gestión pública. Tal enfoque desconoce, en su<br />
esencia, la institucionalidad democrática que han construido las comunidades<br />
de los territorios de conflicto. La realidad territorial no reconocida por el Estado<br />
es la siguiente: tras 5 décadas de guerra, más allá de la existencia material<br />
de órdenes de hecho producidos por las insurgencias, emergieron cientos de<br />
experiencias de institucionalidad popular que debieron y pudieron construirse<br />
para resistir los impactos de la confrontación y para desafiar los órdenes militares<br />
que quisieron imponerse; la lectura “criminalística” del Estado sobre las regiones<br />
sólo le permitió ver comunidades usadas o aterrorizadas por las insurgencias,<br />
idiotas útiles del terrorismo y otras clasificaciones similares. Precisamente,<br />
desde las negociaciones con el MAQL debieron ver que, debajo de la guerra,<br />
la vida continuaba, y que para ello, las comunidades fueron construyendo sus<br />
propias instituciones, ante las que las insurgencias no tuvieron otra opción que ir<br />
subordinándose o articulándose, en procesos para nada cercanos a la mecánica<br />
instrumental. ¿Esperaba el Estado otra cosa? Al parecer sí; es la tragedia de un<br />
país que hace análisis social con las categorías de la guerra irregular.<br />
Por eso es que la paz territorial es un discurso del gobierno central y no una<br />
iniciativa de los gobiernos locales; porque sigue basada en la idea de un poder<br />
que se descentraliza y no en un ordenamiento territorial que reconoce como<br />
formas del poder público a los entes y experiencias locales de democracia; por<br />
eso el gobierno ni siquiera reflexiona sobre la pertinencia de modificar la figura<br />
y contenido de los municipios actuales, no enfoca su propuesta en clave de incorporar<br />
nuevas entidades territoriales (territorios campesinos) y no apropia las<br />
sugerencias de ver la planeación y gestión pública desde otras figuras existentes<br />
(las veredas, por ejemplo) o desde nuevas, como los municipios campesinos<br />
(como puede derivarse del Informe coordinado por Absalón Machado para el<br />
PNUD 6 ). Esta visión homogénea y centralista igual se impone en el manejo de<br />
5 Sergio Jaramillo, actual Comisionado de Paz, era entonces viceministro de la Defensa de Juan Manuel Santos.<br />
6 Véase PNUD. (2011). Colombia rural. Razones para la esperanza. Informe Nacional de Desarrollo Humano 2011.<br />
Bogotá: INDH PNUD, septiembre.