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era tu hijo, al escuchar el diagnóstico se desarma, y caen una<br />
lluvia de piezas nuevas y tenés que encontrar la forma de ponerlas<br />
en su lugar… aunque te duela y te lleve tiempo… jamás<br />
hay que darse por vencida porque en ese momento todavía no<br />
descubriste de lo que sos capaz por hacer feliz a tu hijo.<br />
No es fácil, los primeros rounds con los médicos sentí que me<br />
boxeaban sin cesar y por momentos pensé que los golpes me<br />
dejarían knockout. Pero si alguien siempre estuvo ahí para alentarme<br />
a continuar la lucha fue mi hijo que me necesitaba en ese<br />
entonces y ahora también. Sigo en pie y puedo decir que luego<br />
de todas las citas con los médicos, el diagnóstico, las terapias,<br />
las noches en vela, los llantos, la dieta selectiva ya sea por colores<br />
o texturas, las miradas desaprobadoras de la gente en el<br />
supermercado cuando tiene un berrinche, las palabras hirientes<br />
de la gente que no se da cuenta que mi hijo sólo actúa por<br />
impulso, allí es cuando entra en acción la famosa discapacidad<br />
“invisible”. Mi hijo, en apariencia, es como todos los demás<br />
pero sufre algunas dificultades que la gente no registra, y por<br />
el contrario también están las personas que sí saben que transitamos<br />
este camino difícil pero aún así intentan hacerlo más<br />
difícil; sí, los golpes son fuertes, pero más fuertes y constantes<br />
son las alegrías, los progresos y el amor que siento por mi hijo.<br />
El proceso de aceptar al autismo en mi vida comenzó con un<br />
duelo que me angustió pero también me liberó <strong>del</strong> por qué, de<br />
los lamentos y la desesperación y me trajo el para qué, el disfrutar<br />
de mi hijo y amarlo tal cual es. Me llevó tiempo aceptar<br />
a mi hijo como es, dejar ir al sueño de lo que yo esperaba que<br />
él fuera, pero hoy tengo fe en lo que mi hijo podrá ser y lograr<br />
algún día… quiero dejar que mi fe sea más grande que mis miedos…<br />
eso es lo que hizo que el futuro ya no me pareciera tan<br />
oscuro como pensaba luego <strong>del</strong> diagnóstico. La aceptación me<br />
mostró que el autismo no es el fin <strong>del</strong> mundo sino el comienzo<br />
de un mundo nuevo.<br />
Hoy las campanas de los rounds son cada vez más cortos y los<br />
intervalos más largos, me da tiempo a reponerme más rápido<br />
María Luján Trafelati - 99