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Miradas del alma 2

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A los dos días, cuando lo fui a ver, pensé que era una laucha<br />

porque pesaba sólo 1,180 kilogramos. Me echaron enseguida.<br />

Yo lloraba mucho por lo chiquito que era y en terapia no te<br />

permiten llorar porque asusta a los prematuros. Estuvo tres<br />

meses en terapia intensiva, la primera vez que lo tuve en mis<br />

brazos pensé que se me desarmaba. Su piel era única, bien estiradita<br />

y era muy inquieto, se sacaba los escarpines, no paraba<br />

de moverse, se desentubaba. Los médicos ya me decían: “¡Sabés<br />

cuánto te va a hacer bailar!”<br />

Estando en terapia intensiva lo operaron de la vista porque tenía<br />

retinopatía <strong>del</strong> prematuro. Se le atrofió el nervio óptico <strong>del</strong><br />

ojo derecho, y hoy en día, con el ojo izquierdo sólo ve sombras,<br />

bultos y puede distinguir algunos colores.<br />

La vuelta a casa<br />

La vuelta a casa fue difícil porque nos lo entregaron veinte días<br />

antes de Navidad. Se olvidaba de respirar así que le daban cafeína.<br />

Parecía que el tiempo no avanzaba. Nosotros con la angustia<br />

de ser padres primerizos, con una situación tan <strong>del</strong>icada<br />

en casa.<br />

El recuerdo más lindo de Ian es de sus tres años cuando conoció<br />

a un vendedor de panchos en la estación Lacroze <strong>del</strong> Urquiza,<br />

que cada vez que lo veía le decía “Carita de Atorrante”. El señor<br />

siempre le hacia upa y todavía sigue vendiendo panchos en<br />

el mismo lugar. Cada mes, cuando Ian va a ver a su médico en<br />

Devoto y tomamos el tren, se saludan: “Carita de atorrante”, a<br />

lo que Ian siempre responde: “Amigo atorrante”. Y se abrazan.<br />

Si Ian no lo ve una vez por mes, lo extraña y me pide ir a verlo.<br />

Elige la gente por el saludo<br />

Ian elige a la gente por el saludo. Según cómo lo saludan, los<br />

acepta o no. Le encanta que lo besuqueen y lo abracen. Si vos<br />

lo saludaste de una manera que no le gusta, enseguida te dice<br />

“¡Vamos a casa!”. Dicen que es cuestión de piel, y con Ian es así.<br />

Es visceral.<br />

86 - Marcela Araujo

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