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esperanza, donde por suerte encontramos la calidez humana<br />
en la primeras entrevistas profesionales, imposible olvidar la<br />
gentileza de Elena Dutari y a la Dra. Ana María Soprano. Argentina<br />
será un país complejo, pero se encuentra un elemento<br />
humano excepcional y siempre acogedor, que sigue a pesar de<br />
tantas dificultades.<br />
Los apodos generalmente llevan su carga de afecto e Iván responde<br />
feliz a “Ivi”, “Kiki” o “Ivanski” que es mi manera “zariana”<br />
de llamarlo a mi Ivan Alexandre. Tengo dos nietas más,<br />
Delfina y Alexia que me llenan de alegría y orgullo. ¡Por nada<br />
<strong>del</strong> mundo me hubiera perdido la experiencia de un nieto tan<br />
especial, tan diferente, tan único!<br />
Me acuerdo las primeras caminatas con él de bebé en su cochecito<br />
y las miradas admiradas de la gente mesmerizados por<br />
esos ojos, su mirada infinita, atrapante y asombrosa.<br />
No olvido jamás un gesto tan excepcional cuando mi marido<br />
Adolfo y yo fuimos por primera vez al departamento donde<br />
Carina y su familia viven ahora, desde hace once años. Entramos<br />
con nuestras valijas recién llegados de Salta, Adolfo con<br />
sus bastones canadienses, y mi pequeño niño, que tendría cinco<br />
años en ese entonces, al agacharse su abuelo para saludarlo,<br />
tomó la cabeza de Adolfo con una <strong>del</strong>icadeza única y lo atrajo<br />
hacia él con enorme cariño (¡casi se cae su abuelo con su inestabilidad!).<br />
Lo besó en la coronilla como si estuviéramos en una<br />
ceremonia de bendición. Nos conmovió a todos profundamente.<br />
Lamentablemente mi rol de abuela es esporádico, a la distancia,<br />
pero siento que cada vez que los visito, tengo que adaptarme<br />
a sus avances. A veces tengo el honor de quedarme con<br />
mis nietos, cuando Carina y Gilles viajan. Confieso que una<br />
vez, con la ayuda de nuestra querida Mabel que nos acompaña<br />
desde hace tantos años, el último día de la ausencia de<br />
Carina padecí una neumonía severa y apenas podía levantar<br />
a los chicos, ayudar a Iván a vestirse antes de acompañarlo a<br />
62 - Jill Hartley