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Miradas del alma 2

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siempre creciendo e irradiando amor, imprescindible en esta<br />

Maratón.<br />

Aprendiste a señalar, jugar, hablar, comer, tuviste que aprender-aprehender<br />

todo y, como diría Víctor Frankl, un poquito más… hasta las<br />

cosas que uno creía que vienen puestas.<br />

Durante dos años completos, todos los días de la semana después<br />

<strong>del</strong> almuerzo, entre el tratamiento <strong>del</strong> turno mañana y el<br />

<strong>del</strong> turno tarde, Felipe y yo salíamos a pasear-correr por todas<br />

las plazas de Palermo, todas, de esa manera descansaba y se<br />

autorregulaba. Nuestra gran amiga fue la guardiana de la Plaza<br />

Alférez Sobral, quien logró las primeras increíbles y especiales<br />

sonrisas. También nos encontramos con gente maravillosa,<br />

como Connie Padilla, madre de dos chiquitas que están dentro<br />

<strong>del</strong> espectro y autora de un libro de juegos para pequeños autistas,<br />

quien varias veces compartió momentos de acción con<br />

nosotros en plena calle y nos hizo sentir que no estábamos solos.<br />

Éramos Forrest Gump y su Abuela recorriendo el mundo. Corriendo<br />

detrás de él me volví experta en taclearlo, juntos nos<br />

golpeamos fuerte y rodamos varias veces barranca abajo rumbo<br />

a la Avenida Las Heras. Llegamos a conocer a todos los cuidadores<br />

de perros grandes de la zona (“Hoy estás churrasco,<br />

Felipe”, le decían) y fuimos los protagonistas de varios festivales<br />

de berrinches en diferentes esquinas <strong>del</strong> barrio, alguno con<br />

policía incluida. Dimos mucho de qué hablar (“La vi corriendo<br />

a Maggie por la Plaza Las Heras disfrazada de Astroboy atrás<br />

de su nieto, ¿le pasa algo?”). ¡Hemos tenido tantas aventuras<br />

increíbles! Avicar y Farmacity nos vieron pasear y correr entre<br />

sus góndolas, inspeccionando las botellas de agua mineral sin<br />

gas o los paquetes de pañales. Fueron los primeros santuarios<br />

que pudimos recorrer, más tarde se agregó el quiosco de la esquina,<br />

donde los chupetines bolita eran lo único interesante y<br />

bien valían una profunda investigación.<br />

Y el Principito fue creciendo y perdiendo sus rulos dorados y<br />

haciéndose un poco más terrenal: tres pasos para a<strong>del</strong>ante y<br />

Maggie Benvenuto - 77

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