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Miradas del alma 2

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Aunque Nano ha progresado mucho, sigo sintiendo que cosas<br />

naturales para nosotros, para él representan un enorme esfuerzo.<br />

Desde chiquito le hemos enseñado a saludar a las personas<br />

que forman parte de su entorno diario como los encargados y<br />

asistentes en el edificio en que ellos o yo vivimos. ¿Saben cuántos<br />

años nos llevó el saludo? ¡Siete! Ahora a los ocho, saluda<br />

como un caballero, dando la mano, pero fue un proceso que comenzó<br />

agitando la mano cuando tenía cuatro, diciendo “hola”<br />

sin mirar cuando pasaba frente a alguien a los seis y finalmente<br />

dar la mano y contestar cuando le hablan. También recuerdo<br />

haber padecido una timidez extrema cuando era muy chica,<br />

solamente que en esa época que un niño no hablara frente a los<br />

adultos se consideraba un signo de buena educación.<br />

He aprendido que en la medida en que él siente un fuerte interés<br />

y expectativa por algo, es como si la fuerza resurgiera y<br />

lo que es repetitivo y hace sin pensar, lo c<strong>alma</strong>, no lo abruma<br />

ni asusta pero lo hunde, porque mientras lo hace, no se genera<br />

nada nuevo. Tal vez nos pase un poco a todos, pero a él le cuesta<br />

mucho salir de esa situación.<br />

Marina me dijo hace unos días que Nano dibuja los márgenes<br />

de los cuadernos y libros, “como hacías vos, mamá”. Fui alumna<br />

destacada, pero jamás presté atención en el colegio, siempre<br />

sufrí un aburrimiento increíble, los juegos de los recreos me<br />

parecían tontos, lo mismo que las actividades que hacían quienes<br />

tenían mi edad. Tuve muy pocas amigas los primeros años<br />

y no fue hasta la adolescencia que disfruté de la compañía de<br />

mis pares. Dibujé los márgenes de todos mis libros hasta quinto<br />

año. ¿Y por qué hacía eso? Porque divagar, dibujar y estar en<br />

otro mundo era mucho mejor que estar prestando atención a<br />

algo o a alguien que no representaba nada importante para mí.<br />

Si bien he compartido mucho tiempo tanto con él como con<br />

sus hermanos, no tengo hasta ahora algún episodio que pueda<br />

ser una anécdota. Tal vez lo que tengo en mi memoria son<br />

recuerdos de momentos donde pude ver progresos repentinos<br />

después de meses o años de terapia. Recuerdo la primera vez<br />

124 - Silvia Lascano

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