diccionario print - Historia de Tudela

Presentación de la primera edición 12
uso común que no aparezcan, o lo hagan como
localismos en el Diccionario de la Real Academia
de la Lengua. Marín aporta un material importante
para futuros estudios comparativos que
comprueben la ampliación de ciertas voces en
ámbitos más extensos si se realizan Atlas lingüísticos
interregionales. Con respecto al Vocabulario
Navarro de Iribarren, obra pionera del habla
navarra y una de las más importantes en España,
calculamos que Marín Royo ha duplicado el número
de palabras, incluyendo, naturalmente, las
que Iribarren, al que Marín considera su maestro,
ya citaba. Siguiendo sus pasos y buscando por
una parte la amenidad y fácil lectura, y por otra
el ir más allá de la palabra, exponiendo formas
propias de ver y entender la vida, la obra se ilustra
con expresiones, dichos y frases que explican
y documentan las voces.
Cuenta Iribarren en el prólogo de su Vocabulario,
que comenzó a recoger palabras y palabros
–le vi muchas veces apuntarlas en pequeños papeles
que llevaba en el bolsillo e incluso en el paquete
de cigarrillos– por distracción, curiosidad y
puro afán coleccionista. Su amigo corellano, el notario
Juan José Salamero, puso a su disposición
ochocientas notas lexicográficas, que fueron la
base de su trabajo. Existe un curioso paralelismo,
Marín, autor del Habla en la Ribera de Navarra,
es un gran coleccionista de temas navarros, historiador
y también ha recibido notables aportaciones
lexicográficas, como hace constar en su
agradecimiento inicial a los colaboradores, para
con ellas realizar esta gran aportación al conocimiento
del habla de la tierra.
Hay que considerar que un repertorio como
éste, siempre está abierto a nuevos acarreos,
nunca acaba de completarse; pero es claro también
que el número de expresiones del habla popular
y local cada día se va reduciendo. Los medios
de comunicación sobre todo la televisión,
empobrecen el idioma y al mismo tiempo lo unifican.
Quizás estemos ante la última oportunidad
de recuperar voces que se han usado y todavía
perviven, pero presumiblemente muy pronto
desaparecerán como tantas cosas y usos que muy
rápidamente están quedando en el pasado. De
ahí la importancia de trabajos como el que comentamos.
Pese a afirmar el autor en la documentada introducción
de su libro, que no es lingüista, nos
demuestra en su obra que no se ha conformado
con cosechar voces, sino que ha profundizado en
la historia del idioma de su tierra. Partiendo na-
turalmente del latín y pasando por el romance
navarro, que llegó a principios de la Edad Moderna
a prácticamente unificarse con el castellano o
español. Cerca de Tudela, en San Millán de la Cogolla
se escriben los primeros testimonios de la
lengua romance, en una zona donde se hablaba
sino el vascuence actual, sí una lengua anterior
a la romanización. Los filólogos discuten si las
Glosas emilianenses reflejan un incipiente romance
navarro, después en estrecha relación con el
aragonés o lo que llamamos castellano. Precisamente
esta lengua evolucionada, sería posteriormente
la oficial del Reino, la Corte y la Cancillería
real de Navarra.
A mediados del siglo XI como muestra de poesía
lírica en romance, aparecen en el mundo
musulmán las jarchas. Fueron tres tudelanos de
los primeros que escribieron en romance castellano:
Uno el Ciego de Tudela del que se conservan
buen número de moaxajas, Abü al 'Abbas al
Ahmad al-Tutïlï, procedente de una familia musulmana
acomodada, nacido hacia 1086; otro el
judío Yeudá Ha-Leví, el más importante vate de
la poesía hebraica de Al Andalus; y por último
Abrahám ibn Ezra otro judío nacido hacia 1089,
autor de algunas moaxajas hebreas con jarchas,
en algunas de las cuales se reflejan elementos
lingüísticos romances.
A pesar de los permanentes esfuerzos por demostrar
lo contrario, no se ven influencias vascófonas
en el habla de la Merindad de Tudela.
Los pocos topónimos vascongados que se consignan
en el cartulario de Fitero, pertenecen al
término de Ágreda en Castilla, y nos están indicando
una familia o un grupo de inmigrantes que
allá se establecieron. Los escasos términos de la
Bardena que se aducen como prueba, fueron implantados,
sin duda, por los pastores roncaleses
y salacencos que trashumaban quizá desde la
prehistoria.
La desaparición del romance navarro para el
siglo XVI no supone la unificación lingüística completa,
porque no tienen la misma morfología, fonética
y sintaxis las distintas regiones españolas,
ni siquiera las navarras. El valle medio del Ebro,
Navarra, Aragón y La Rioja, conservan similitudes
lingüísticas, ya que aunque los musulmanes
conquistaron estas tierras, parece que no cambió
por ello su manera de hablar –tampoco sus cultivos,
la viña por ejemplo–. Aparte de las minorías
que hablaban el latín y el árabe, existía un lenguaje
común que todos utilizaban; las gentes corrientes
se entendían en el latín vulgar que dio