Aprender y enseñar ciencias: del laboratorio al aula y viceversa
Aprender y enseñar ciencias: del laboratorio al aula y viceversa
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III Recorrer la ciencia en el <strong>aula</strong><br />
Si la secuencia se piensa <strong>al</strong> revés, a partir los objetivos de aprendizaje buscados, y se tie-<br />
nen en cuenta las evidencias de que este aprendizaje se está re<strong>al</strong>izando, el diseño de la<br />
clase es más evidente, y permite imaginar los contenidos y metodologías a emplear en el<br />
<strong>aula</strong>. Es ir para atrás, pero pensando en s<strong>al</strong>ir a<strong>del</strong>ante…<br />
Si el <strong>aula</strong> no va hacia la ciencia…<br />
Recordemos la premisa princip<strong>al</strong> de este documento. En gener<strong>al</strong> aparece la idea de que<br />
“la ciencia es otra cosa”, bastante diferente de lo que se suele <strong>enseñar</strong> en el <strong>aula</strong>. Eso<br />
que llamamos ciencia es, ante todo, una manera de entender el mundo, una forma de<br />
sacudirlo a preguntazos que, curiosamente, dan como resultado más y más preguntas.<br />
En otras p<strong>al</strong>abras, entendemos la ciencia más como verbo que como sustantivo, un hacer<br />
permanente, que rompe con el principio de autoridad (aunque no con el de un acompañamiento<br />
guiado; he ahí el verdadero rol <strong>del</strong> docente en este caso) pero se subordina<br />
<strong>al</strong> de la experimentación y la demostración, aunque sea transitoria. Al menos estos son<br />
los preceptos que guían la investigación científica, esas ganas de saberlo todo, mucho,<br />
todísimo… y si hay <strong>al</strong>go claro es que no hay “dos <strong>ciencias</strong>”, una para los investigadores y<br />
otra para la escuela, sino una sola, con sus maravillas y sus frustraciones cotidianas.<br />
El desafío es, entonces, cómo hacer ciencia en el <strong>aula</strong>. Ante esta sola mención, muchos<br />
docentes (y <strong>al</strong>umnos) huirán espantados, imaginando complicadas fórmulas, aceleradores<br />
de partículas o enciclopedias de datos y circuitos electrónicos. Sin embargo, esa<br />
ciencia que buscamos está en otra parte: en la indagación permanente, en <strong>al</strong>imentar las<br />
preguntas con experimentos y discusiones entusiastas; en suma, de investigar. Claro, los<br />
lugares tradicion<strong>al</strong>es de ese investigar son los <strong>laboratorio</strong>s, los gabinetes, los institutos, y<br />
no las <strong>aula</strong>s, en donde, a lo sumo, da para repetir una o dos secuencias experiment<strong>al</strong>es<br />
por disciplina, ante el peso de que “dé bien”, o sea, como dicen el profesor y el libro (y<br />
el primero que pueda decir que los <strong>al</strong>umnos no le han venido con el argumento de que<br />
el experimento “dio m<strong>al</strong>” –como si un experimento pudiera “dar m<strong>al</strong>”– que tire la primera<br />
probeta). Una <strong>al</strong>ternativa sería, sin ir más lejos, llevar el <strong>aula</strong> a esos lugares donde<br />
se investiga como profesión aunque, es cierto, no parece muy factible a esta <strong>al</strong>tura <strong>del</strong><br />
partido. 56<br />
56 Sin embargo, una experiencia reciente entre el PEDECIBA uruguayo y la UNESCO re<strong>al</strong>izó un interesante intento<br />
en este sentido, no con <strong>al</strong>umnos sino con maestros: becaron a cientos de profesores de <strong>ciencias</strong> de nivel medio<br />
para que asistieran durante tres meses a <strong>laboratorio</strong>s de la Universidad de la República o institutos de investigación<br />
en Montevideo. Los resultados de esta iniciativa se están an<strong>al</strong>izando actu<strong>al</strong>mente.<br />
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