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La interacción conductor-vehículo<br />
El sistema de tráfico es un sistema unitario. Por ello para que sea<br />
efectivo el esfuerzo científico, humano y económico por dotar a los automóviles<br />
de sistemas de seguridad cada vez mayores, es necesario tener también en<br />
cuenta otros factores que son en definitiva responsabilidad directa del<br />
conductor y que muestran desde otra perspectiva el peso del "factor humano"<br />
en la prevención de la accidentalidad. Nos referimos, por ejemplo a la<br />
reparación y mantenimiento adecuado del vehículo (un tema muy grave en<br />
nuestro país), así como al conocimiento/desconocimiento del funcionamiento de<br />
la máquina y sus sistemas de seguridad por parte del usuario.<br />
Por ejemplo, la potenciación de todos los mecanismos de seguridad<br />
activa y pasiva son sin duda de una extraordinaria utilidad. Sin embargo, es<br />
necesario llegar a conocer en profundidad el impacto que estas nuevas e<br />
interesantes tecnologías tienen en el comportamiento del conductor, ya que<br />
algunos estudios realizados desde los años setenta han descubierto que en<br />
ocasiones, si no se forma e informa adecuadamente, las mejoras tecnológicas<br />
en los coches (siempre recomendables), pueden hacer que algunos conductores<br />
sean más proclives a los accidentes, porque al tener más sensación de<br />
seguridad, “compensan” las ventajas del sistema, con una tendencia a circular<br />
de una manera más arriesgada.<br />
Esta peculiar conducta -que tiene su más lejano antecedente en el<br />
hallazgo y generalización de la ballesta de suspensión en los vehículos movidos<br />
por animales-, fue descubierta hace muchos años en EE.UU., cuando se<br />
hicieron los primeros estudios de conductores que tenían vehículos dotados con<br />
airbag. Más recientemente este hecho se ratificó desde otra perspectiva, en una<br />
investigación realizada en Munich con un amplio colectivo de taxistas,<br />
descubriéndose -entre otras cosas- que efectivamente, en los coches dotados<br />
con ABS, algunos colectivos de conductores parece que “compensaban” las<br />
ventajas del mecanismo, adoptando menores medidas de seguridad. El<br />
fenómeno ha sido muy bien descrito por el Dr. Barjonet del INRETS y también<br />
por otros investigadores tan cualificados como Aschenbrenner, Wilde, Wurm o<br />
Biehl (Barjonet, Lagarde y Serveille, 1992) y se ha acuñado en el mundo<br />
científico como “la teoría del riesgo constante”.<br />
Otro aspecto a considerar en la relación vehículo-conductor es el de la<br />
ergonomía de la información. Pensando en las capacidades psicofísicas de los<br />
conductores y en el grave problema del procesamiento mental de información,<br />
pese a lo que se pudiera pensar, la investigación está actualmente dirigida a<br />
conseguir vehículos con paneles de indicación visual muy simples, que den al<br />
conductor la máxima información pero con la máxima sencillez, procurando que<br />
la información solo aparezca en el momento en que ésta sea necesaria, para<br />
evitar lo que ya se ha dado en denominar estrés perceptivo del conductor. Esta<br />
dimensión es especialmente importante si tenemos en cuenta que dentro de<br />
poco los coches no solo darán información interna como ahora (temperatura del<br />
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