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Jakob Lorber - Obispo Martín - Ciencia y Espiritualidad - Jakob Lorber

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________________________________<strong>Jakob</strong> <strong>Lorber</strong>_________________________________<br />

70<br />

Segunda escena de prueba para los jesuitas y su explicación por Borem<br />

1 <strong>Martín</strong> volvió a observar a los jesuitas y vio como una caravana de peregrinos se les estaba<br />

acercando, cargada visiblemente con muchos tesoros.<br />

2 También los jesuitas la habían visto y la pararon para preguntarles a dónde iban y qué<br />

llevaban con ellos.<br />

3 «Venimos del mundo», respondieron los de la caravana, «donde hemos saqueado unos<br />

cuantos claustros, especialmente los de los jesuitas que tienen tantas riquezas mundanas, pues<br />

ellos mismos son los mayores ladrones y bandidos del mundo.<br />

4 Porque robarles a los hombres sus pocos bienes tan difícilmente ganados mediante astutas<br />

amenazas de infierno y perdición, es más vil que cuando los ladrones callejeros roban algo.<br />

Contra los ladrones y bandidos cada uno tiene el derecho de legítima defensa, pero contra<br />

semejante ratería y robo por parte de los jesuitas y otras órdenes sólo pocos pueden protegerse. 24<br />

5 De modo que sus fortunas son ilegítimas y es más que justo haber saqueado sus claustros.<br />

Ahora estamos en camino hacia Dios para entregarle el botín. Y ante su trono vamos a clamar<br />

hasta que el Señor nos escuche y aniquile de raíz esa ralea de estafadores».<br />

6 Al oírlos, los jesuitas empezaron a echar espumarajos de rabia.<br />

7 <strong>Martín</strong> que había sido testigo de esta escena, se dirigió a Borem: «Ahora temo lo peor para<br />

los jesuitas, por lo menos para aquellos treinta que ya estaban presentes en la primera maniobra.<br />

También veo a los demás de su orden, pero esos forman un grupo aparte que parece encontrarse<br />

en una luz ya algo más clara».<br />

8 «Estos últimos ya están a salvo», contestó Borem. «Pero esos treinta se encuentran en suelo<br />

poco firme. Ahora fíjate bien en lo que pasará».<br />

9 <strong>Martín</strong> miró de nuevo con mucha atención. «En el nombre de Dios, ¡aquí tendremos que<br />

intervenir!», exclamó <strong>Martín</strong> después de un rato. «¡Son verdaderos diablos! ¡Nunca habría<br />

creído algo así de esta orden!<br />

10 ¿Supongo que habrás oído también la horrorosa sentencia que los jesuitas fulminaron con<br />

la máxima rabia contra los peregrinos cuando los mismos acabaron de responder? Gritaron<br />

como una sola garganta:<br />

11 “¡Vosotros que habéis atentado contra la propiedad sagrada de Dios sois unos asesinos de<br />

la Divinidad! ¡Caísteis precisamente en las manos de los vengadores merecidos! ¡Porque los<br />

jesuitas a quienes habéis robado y sobre los que queréis implorar a Dios que los maldiga somos<br />

nosotros mismos! ¡Es evidente que Dios nos ha traído aquí para que aquí mismo os entreguemos<br />

al infierno más profundo y espeluznante por vuestro horrible sacrilegio.<br />

12 ¡Sube, Lucifer!, ¡sube, Satanás!, ¡sube, Leviatán!, y coged a estos muy infames y<br />

condenados herejes, y arrojadlos allí donde el infierno sea lo más ardiente para el cruelísimo<br />

recibimiento que les corresponde!”.<br />

13 Hermano mío, ¡nunca antes habrá habido algo parecido! ¡Supongo que mentes como éstas<br />

nunca mejorarán!<br />

14 ¡Ay-ayay, ¡ahora llegan desde las profundidades tres seres realmente horribles que están<br />

echando fuego por unas gargantas que podrían tragar casas enteras!<br />

15 Los de la caravana están profundamente asustados y ponen toda su carga a los pies de los<br />

jesuitas, clamando perdón e indulgencia.<br />

16 Pero estos los empujan atrás, gritando aún más que antes: “¡Al infierno! ¡Nada de perdón e<br />

indulgencia, eso se acabó! Sea vuestro destino la angustia eterna con un eterno arrepentimiento<br />

ardiente y en vano, sí, ¡sea ésta la recompensa merecida por vuestra obra! ¡Vosotros tres,<br />

diablos malignos, ¡cogedlos!, ¡que paguen eternamente por lo que en nosotros han pecado<br />

temporalmente!”.<br />

17 Los de la caravana les ruegan con aún más fervor, pero todo en vano. Los tres diablos se<br />

les están acercando, por lo que claman aún más pidiendo misericordia. Pero los jesuitas<br />

contemplan su angustia con gran placer... Caramba, ¡ellos son los auténticos diablos!<br />

24 Hay que tener en cuenta que este texto fue recibido en 1847.<br />

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