Jakob Lorber - Obispo Martín - Ciencia y Espiritualidad - Jakob Lorber
Jakob Lorber - Obispo Martín - Ciencia y Espiritualidad - Jakob Lorber
Jakob Lorber - Obispo Martín - Ciencia y Espiritualidad - Jakob Lorber
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
________________________________<strong>Obispo</strong> <strong>Martín</strong>_________________________________<br />
1 Cuando <strong>Martín</strong> iba a ponerse a glorificar al amor, oyó como fuera en el jardín alguien le<br />
llamó: «¡<strong>Martín</strong>!»,<br />
2 y en seguida preguntó a Borem si sabía quién le estaba llamando.<br />
3 «Anda y mira y ya verás», le contestó. «Aquí las cosas se presentan a veces como en la<br />
Tierra. Tampoco aquí, salvo el Señor, se puede ver todo desde el mismo sitio. Como acabas de<br />
darte cuenta ahora, para ver u oír otras cosas también aquí a veces hay que desplazarse a<br />
diferentes lugares.<br />
4 De modo que sal de prisa y ya verás quién te ha llamado, pues tampoco yo puedo dar<br />
siempre dar una información segura. ¡Pero ahora mismo he oído llamar de nuevo!».<br />
5 «Ya me voy, ¡es fácil que se trate de más gente necesitada que se ha perdido!», supuso<br />
<strong>Martín</strong>, y salió corriendo.<br />
6 Pero nada más abrir la puerta se sorprendió no poco al ver la belleza inesperada de su<br />
jardín. Pues este, entretanto, se había vuelto mucho más grande y hermoso que cuando encontró<br />
en él a Borem ocupado con algunas plantas.<br />
7 Tampoco esta vez <strong>Martín</strong> pudo ver a primera vista a nadie que hubiera podido llamarle, por<br />
lo que continuó buscando. Andando en dirección al este llegó a un cenador precioso que<br />
recordaba un templo abierto, pero todo formado de plantas vivas. En su centro pudo ver a<br />
alguien que estaba seleccionando algunas plantas que se encontraban sobre una especie de altar,<br />
también de plantas vivas.<br />
8 <strong>Martín</strong> le observó un rato hasta que le dirigió la palabra: «Amigo, ¿has sido tú quien me has<br />
llamado estando yo en la casa que me ha dado el Señor? En tal caso sé tan amable de decirme<br />
en qué puede servirte mi corazón».<br />
9 «Hermano mío, ahora tu casa y tu jardín se han vuelto muy grandes y ya has dado<br />
alojamiento a más de mil personas, lo que es verdaderamente noble», reconoció el botánico.<br />
«Pero Yo diría que donde ya caben más de mil, seguro que cabrán aún algunos más.<br />
10 A ver si me acompañas; hacia el poniente de tu jardín se encuentran unos cien necesitados<br />
que buscan alojamiento, ¡acógelos! ¡Y a mí también porque en cierto sentido formo parte de<br />
ellos! No será en tu perjuicio...».<br />
11 «Amigo mío, ¿qué me hablas de cien?», le preguntó <strong>Martín</strong>. «Te digo que aun si fueran<br />
diez mil haría todo lo posible para que todos se queden conmigo. ¡Así que no perdamos el<br />
tiempo y llévame allí para que los pueda atender lo antes posible con todas las fuerzas que el<br />
Señor me ha concedido!».<br />
12 «Hermano mío, te has vuelto un verdadero bálsamo para mi corazón», contestó el botánico.<br />
«Ven, ¡en seguida estaremos con ellos!».<br />
13 Los dos se pusieron en camino hacia poniente y pronto llegaron a un grupo de hombres y<br />
mujeres desgraciados, todos prácticamente desnudos, muy enflaquecidos y cubiertos de úlceras<br />
y costras.<br />
14 Al ver a estos pobres, a <strong>Martín</strong> se le saltaron las lágrimas y con su corazón lleno de<br />
compasión dijo: «Dios mío, ¡qué aspecto tienen estos infelices! ¡Casi ya no hay vida en ellos!».<br />
Dirigiéndose a los miserables, los llamó en voz alta: «Oídme, todos vosotros, ¡venid a mi casa<br />
donde en seguida voy a serviros en todo lo que os pueda curar y fortalecer! ¡El Señor Jesús,<br />
nuestro buen Padre, ya me dará las fuerzas y los medios necesarios para ello!».<br />
15 «Oh, evidente ángel de Dios, ¡qué bueno tiene que ser el Señor, si tú eres ya tan bueno!<br />
Pero ya ves que somos muy impuros, ¿cómo podríamos atrevernos a entrar en tu limpia casa?».<br />
16 «Os digo que yo mismo fui mucho más impuro que vosotros y precisamente en esta casa<br />
del amor es donde he sido purificado. Tengo la fe en Dios de que también a vosotros os va a<br />
caber la misma buena suerte. Por eso, hermanos y hermanas, venid conmigo sin timidez. ¡Los<br />
más débiles apoyaos en mí para que no os cueste tanto llegar a mi casa!». Dirigiéndose al<br />
botánico continuó: «Y también tú, hermano, ¡ayuda a algunos de los más débiles!».<br />
17 «Hermano, corazón mío, ¡me estás dando una gran alegría!», contestó el botánico. «Una<br />
alegría que un día te será altamente recompensada! En realidad, la recompensa ya se está dando<br />
ahora; pues mira, Aquél a quién amas tanto ya está contigo, ¡soy Yo: tu hermano y tu Padre!».<br />
18 Sólo entonces <strong>Martín</strong> me reconoció, se arrojó al polvo ante mí y exclamó: «¡Oh Señor, oh<br />
Dios, oh santo Padre! ¿Por dónde empezaré a alabarte y por dónde terminaré ? Santo Padre, ¡tu<br />
- 145 -