Jakob Lorber - Obispo Martín - Ciencia y Espiritualidad - Jakob Lorber
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________________________________<strong>Obispo</strong> <strong>Martín</strong>_________________________________<br />
quienes viven únicamente bajo el cetro del amor! El amor, sí, donde el amor es ley, los hombres<br />
tienen que ser sumamente bienaventurados...<br />
3 ¿De qué le sirve al hombre todo el esplendor del Sol si le falta su calor? ¿Para qué el oro y<br />
las piedras preciosas a sus propietarios si sus corazones crujen de frialdad? Oh, amigo, ¡acabas<br />
de decirme algo santo, muy santo! Ahora, poco a poco se me está encendiendo una luz acerca de<br />
las palabras de tu encantador amigo cuando me dijo: “Tu amor para conmigo te lo revelará<br />
todo”... ¡Así es! ¡Este amor ya me ha revelado mucho y mi corazón me dice que aún me<br />
revelará mucho más!<br />
4 Os amo a todos con el calor del sol del mediodía y especialmente a aquél que aún no me ha<br />
dicho su nombre. Espero que me perdonarás si a éste tu hermano lo quiero aún mucho más que<br />
a ti. Tampoco puedo decirte por qué, pues no es más guapo que tú o tu hermano Borem y su<br />
ropa es más bien modesta. Pero tiene algo en sus grandes ojos azules, algo que fascina, y su<br />
boca posee unos rasgos muy peculiares, como divinos... Pues, ¡estoy tentada a tomar toda su<br />
fisonomía por la fiel imagen del mismo Lama!<br />
5 Y te digo que si pregunto a mi corazón encendido de amor por él, éste me responde:<br />
“Cheng Chai, ¡para mí Él mismo es el gran y santo Lama! ¿Quién, si no fuera Él mismo, podría<br />
hablar tan celestialmente, crear una higuera ya completa con el fruto bien maduro y luego, como<br />
señal de su gran Amor a Cheng Chai, regalársela? ¿Quién, si no fuera Él, podría tener ojos tan<br />
cariñosos y a la vez magníficos, y una boca tan celestialmente hermosa? ¿Quién, a no ser<br />
únicamente Él, el querido Lama de mi corazón?”.<br />
6 Te confieso que así habla mi corazón pero no mi cabeza que, por supuesto, quisiera seguir<br />
con muchas ganas la sublime voz del corazón si no tuviera miedo de cometer un pecado; porque<br />
donde interviene el corazón, el intelecto no es un juez muy severo sino que más bien le gusta<br />
idolatrar las aficiones del otro.<br />
7 Igual me está pasando a mí, pues mi corazón venera a aquél magnífico y, encantada, mi<br />
cabeza haría lo mismo si no fuera por el puro intelecto...<br />
8 Pero dentro de poco voy a desentenderme del intelecto y me atendré únicamente a lo que<br />
me dice el corazón. ¡Así, tal vez llegaré antes a la meta anhelada! Como de todos modos aquí no<br />
hay otra ley sino la del Amor, pronto eso del intelecto será asunto acabado... ¿Qué te parece,<br />
amigo mío?».<br />
9 «Mi querida Cheng Chai, por el momento no se puede añadir ni quitar nada a lo que dijiste.<br />
¡Haz caso a lo que te insinúa el corazón y no andarás equivocada! Y respecto a tu intelecto,<br />
también a éste le será encendida con el tiempo una luz adecuada».<br />
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<strong>Martín</strong> en un aprieto por las preguntas seguidas de Cheng Chai<br />
1 «Querido amigo, pese la confianza que te tengo no puedo preguntarte mucho, pues me<br />
había propuesto no importunarte demasiado en adelante con más preguntas tal vez no<br />
suficientemente meditadas», continuó Cheng Chai. «No obstante, me vas a permitir una<br />
observación:<br />
2 Cada vez que empiezo a llevar nuestra conversación a tu celestial amigo y hermano, sobre<br />
lo que sea, te pongo en un compromiso. ¿Cómo es eso?<br />
3 ¿Acaso tienes celos porque mi corazón lo prefiere a ti? ¿Acaso no eres tan amigo de él<br />
como pretendes? ¿O acaso en tu corazón, secretamente, le guardas rencor porque te supera<br />
infinitamente en toda clase de perfección espiritual e intelectual? ¿No será que te estorba su<br />
fascinante apariencia divina? ¿O tal vez no te gustan sus ojos y su boca que, por supuesto,<br />
superan los tuyos tanto como toda su sublime naturaleza a la tuya, pese a que tú tienes un<br />
aspecto mucho más resplandeciente que él?<br />
4 Todas estas preguntas son esenciales para mí, por lo que anhelo su contestación como un<br />
caminante en el desierto ardiente ansía un trago de agua cuando se está muriendo de sed. Por<br />
ello, si en tu corazón sientes el menor amor por mí, no vaciles en contestarme<br />
concienzudamente a estas preguntas; de lo contrario Cheng Chai se apartará de ti y nunca te<br />
preguntará nada».<br />
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