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Jakob Lorber - Obispo Martín - Ciencia y Espiritualidad - Jakob Lorber

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________________________________<strong>Jakob</strong> <strong>Lorber</strong>_________________________________<br />

y aún de incontables hijos más. Por lo tanto sé muy bien lo que les conviene y por ello quiero<br />

que no os vistáis de diferente manera a la que acostumbráis según el orden de esta Tierra».<br />

10 «Señor, Padre y Maestro de tus hijos, ¡tu Voluntad es santa orden para nosotras! - ¡Pero<br />

ahora, después de todo, venid a nuestras casas para que allí os podamos honrar y, si lo queréis,<br />

también amaros con todo el fervor de nuestros corazones!».<br />

11 «De acuerdo, nuevas hijas mías, iremos a vuestros hogares y veremos cómo son. ¡<strong>Martín</strong>:<br />

tú, Pedro y Juan tomaréis la delantera! ¡Borem y Corel, vosotros les seguís, junto con las demás<br />

mujeres y los demás hermanos! Los chinos y sus mujeres me seguirán a mí. Vosotras tres, hijas<br />

del Sol, ahora hijas mías, permaneceréis a mi lado, junto a estas dos hermanas mías que se<br />

llaman Cheng Chai y Gella. En este orden entraremos todos en vuestro hogar».<br />

12 Las tres se inquietaron por si la delantera sabría a dónde llevar el gran grupo.<br />

13 «¡No os preocupéis por eso, porque los dos que acompañan a <strong>Martín</strong> conocen vuestros<br />

hogares perfectamente, pues a mis hijos nada les es extraño o desconocido. Lo que Yo tengo,<br />

como Padre, también ellos lo tienen en abundancia...».<br />

154<br />

La verdadera sabiduría. Sabiduría ficticia de los sabios del Sol.<br />

La ley del incesto de los habitantes del Sol, artimaña de Satanás.<br />

El motivo de la venida del Señor<br />

1 Todo el gran grupo se puso en marcha, andando a paso lento.<br />

2 En el camino las tres hijas del Sol me preguntaron: «Sabio señor, maestro y padre de tus<br />

hijos, ¿por qué estas dos hijas tuyas caminan tan calladas a tu lado sin preguntarte nada? ¿Es<br />

que ya lo conocen todo y son sabias? También nuestros mayores sabios hablan<br />

inexplicablemente poco. Pero una vez que dicen algo, una de sus palabras tiene más peso que<br />

miles de las nuestras. ¿Ocurre igual con estas dos encantadoras hijas tuyas?».<br />

3 «Pues sí, es casi como habéis dicho», les respondí. «Sólo con la diferencia que ahora estas<br />

dos poseen plenamente todo aquello que vuestros mayores sabios, en su más profunda mística,<br />

apenas sospechan y, menos aún, se atreven a decir.<br />

4 Sabed que un conocimiento como el de vuestros sabios en realidad no es una verdadera<br />

sabiduría. Más bien consiste únicamente en hablar de forma misteriosa, sin ninguna conclusión<br />

que Yo pueda aprobar. Os digo que una parte de las leyes de vuestros sabios son de tal<br />

inmoralidad que os hacen ineptos para mi Reino.<br />

5 Por supuesto no pecáis cumpliendo estrictamente vuestras leyes. Pero vuestras leyes<br />

actuales están tan lejos de las primitivas como el Cielo lo está de este mundo. Vuestras formas<br />

son todavía como las originales y aún os queda vuestra voluntad poderosa. Sin embargo<br />

vuestros presuntos grandes sabios no valen en general gran cosa, aunque todavía haya aquí y<br />

allá algunas comunidades que han permanecido fieles a las leyes originales. Visto así, estas dos<br />

hermanas son mucho más sabias que los más grandes sabios de aquí.<br />

6 Están llenas de amor, y cuando vivían en la Tierra, el coito con sus padres o sus hermanos<br />

les era desconocido y veían en él un inmenso pecado, un pecado que he castigado sin<br />

indulgencia con la pena más severa. En la Tierra dicen: “¡Condenado sea el incesto!”, mientras<br />

que vuestros sabios lo declararon aquí ley... ¡Ya veis, cuánto fallan vuestros sabios! Con lo que<br />

no son tan sabios como pensáis... ¡Este es el motivo de mi venida, pues quiero señalarles su gran<br />

falta de sabiduría».<br />

7 «Señor, ¿acaso también eres señor de nuestros sabios y de nuestro maravilloso mundo y<br />

vienes para darnos otras leyes?».<br />

8 «Sí, puras hijas mías aún no infectadas por el incesto. Satanás ha logrado infiltrarse en este<br />

mundo puro y ha pervertido muchas de vuestras comunidades. Por eso, siendo también Señor de<br />

vuestro mundo, tengo que venir Yo mismo para barrer un suelo tan sucio. De lo contrario pronto<br />

perderíais toda vuestra dignidad original y con ella la Vida eterna del espíritu que, en muchas de<br />

vuestras comunidades, pende de un hilo muy flojo. Satanás viene a aquél que quiere enredar,<br />

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