Jakob Lorber - Obispo Martín - Ciencia y Espiritualidad - Jakob Lorber
Jakob Lorber - Obispo Martín - Ciencia y Espiritualidad - Jakob Lorber
Jakob Lorber - Obispo Martín - Ciencia y Espiritualidad - Jakob Lorber
You also want an ePaper? Increase the reach of your titles
YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.
________________________________<strong>Obispo</strong> <strong>Martín</strong>_________________________________<br />
sólo durante un momento, se me habrían acabado instantáneamente los últimos vestigios de<br />
fuerza de Voluntad. ¡Sólo Tú sabes a qué habría llevado eso!».<br />
10 «Hermano mío, ¡así es, has dado en el blanco!, pues sin mí nadie puede hacer nada», le<br />
confirmé. «Pero voy a explicártelo:<br />
11 La concesión de la Gracia es por supuesto obra mía. Pero agarrarla y actuar de acuerdo con<br />
ella es cosa propia de cada espíritu libre, por lo tanto también tuya. Por ello te alabo: por haberla<br />
aceptado y asido y por haber actuado tan perfectamente en consonancia con ella.<br />
12 Concedo mi Gracia a muchos y muchos la reconocen y me alaban por eso. Pero cuando<br />
debieran actuar de acuerdo con ella ya no la tienen en cuenta y permanecen apegados a sus<br />
antiguas malas costumbres mundanas. Mientras están en su cuerpo físico hacen todo lo que<br />
proporciona placeres a su carne y continúan en su sensualidad hasta el último momento. Y el día<br />
en que lleguen al reino de los espíritus se vuelven diez veces más pervertidos que en el mundo,<br />
pues aquí pueden tener lo que quieran. Aun así siempre seguirán disponiendo de mi Gracia,<br />
aunque no le presten atención, lo que les acarrea muy malas consecuencias.<br />
13 Tú sin embargo, hiciste caso a mi Gracia y actuaste en consonancia con ella; por lo tanto<br />
mereces mi elogio, especialmente aquí donde la aplicación y realización de mi Gracia resulta<br />
mil veces más difícil que en la Tierra. Continúa de esta manera y pronto tu espíritu disfrutará de<br />
una libertad de acción sin par».<br />
14 También Pedro y Juan dieron testimonio de <strong>Martín</strong>: «Confesamos que conociendo a las<br />
mujeres del Sol, sabiendo lo que son capaces de hacer cuando descubren el menor punto débil<br />
en un espíritu, no nos habríamos atrevido a venirles con el amor. Pero <strong>Martín</strong> ha tenido éxito.<br />
¡Tú, Señor, seas alabado por ello; <strong>Martín</strong> ha ganado una preciosa corona de héroe!».<br />
15 «Así sea», confirmé Yo. «Pero ahora, <strong>Martín</strong>, ¡preséntame a tus tres peces para que me<br />
manifiesten hasta que punto los has preparado para mí!».<br />
145<br />
El Señor y las tres hijas del Sol, maduras para el Amor<br />
1 <strong>Martín</strong> se dirigió a las tres y las animó: «Hemos llegado, queridas hijas mías. ¡Ahora, según<br />
os dije, abrid y aliviad vuestros corazones como os pide su ardor!».<br />
2 Sin pérdida de tiempo las tres abrieron rápidamente sus hermosos brazos para abrazarme.<br />
3 Pero Yo las detuve: «Mis queridas hijas, es pronto para tocarme porque aún estáis en la<br />
carne que en este momento moriría. Una vez que vuestros cuerpos sean puestos aparte me<br />
podréis tocar sin el menor perjuicio; pues soy un espíritu perfecto ¡y por ello sólo espíritus<br />
perfectos pueden tocarme!».<br />
4 «¡Pero también este hermano tuyo es un espíritu! Y ¡sólo apretadas contra su pecho,<br />
abrazándole, hemos llegado a conocer el amor sin perjuicio alguno!», insistieron las tres. «Y si<br />
tú, sublime maestro y señor de estos hermanos, eres un espíritu aún más perfecto, pensamos que<br />
si nos entregamos enteramente al amor en tu pecho, aún resultaríamos menos perjudicadas...<br />
5 Y ¿qué si realmente perdiéramos este cuerpo nuestro? ¡Cuánto más vale amar sin el cuerpo<br />
que estar separadas del amor con él! ¡Oh míranos y siente nuestros sufrimientos si no nos<br />
permites amarte con todo el fervor de nuestros corazones!».<br />
6 «Mis queridas hijas, amar me podéis amar con todas vuestras fuerzas, pues en manera<br />
alguna seréis privadas del Amor. Pero no me toquéis aún porque ello os perjudicaría», les<br />
advertí. «Puesto que vuestro amor es tan ardiente que está dispuesto incluso a sacrificar el<br />
cuerpo, séaos permitido tocar mis pies ya que mi pecho es todavía demasiado abrasador para<br />
vosotras».<br />
7 Ante estas palabras las tres se arrojaron a mis pies y los estrecharon entre sus manos. Y,<br />
maravilladas, constataron con voz armoniosa: «Oh, ¡dulzura infinita! Ay, ¡si nuestros muchos<br />
hermanos conocieran el amor y su gran dulzura...!: ¡abandonarían toda su sabiduría por una sola<br />
gota de él!<br />
8 Sublime señor y maestro, ¿por qué nosotros, seres de este gran y maravilloso mundo, no<br />
conocemos el amor? ¿Por qué tenemos siempre que escudriñar en la sabiduría insondable de los<br />
Cielos del eterno Espíritu primario y nunca saber qué es el Amor, el dulcísimo Amor?».<br />
- 209 -