Jakob Lorber - Obispo Martín - Ciencia y Espiritualidad - Jakob Lorber
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________________________________<strong>Obispo</strong> <strong>Martín</strong>_________________________________<br />
situaciones fatales, y esta vez acompañada con tormentas, rayos y truenos! ¡Soltaré un disparate<br />
tras otro y se reirán de mí como de un bufón!<br />
11 En otras ocasiones, en presencia del Señor, de Pedro y de Juan, entre muchos discursos<br />
estúpidos, alguna vez me salió uno algo más sabio, ¡pero eso fue ante pocas personas, y aquí<br />
son millones de oyentes, todos más sabios que yo! ¡Caramba!, ¡eso es otra cosa!<br />
12 La casa está tan llena que ni siquiera se pueden distinguir ya los hombres de las mujeres...<br />
Miles de seres increíblemente hermosos me están mirando con sus ojos brillantes y esperan lo<br />
que les voy a revelar... ¡No me faltaba más! ¡Y hasta ahora aún no sé ni una sola palabra de mi<br />
discurso! ¡Se quedarán pasmados ante la sabiduría que derramaré sobre ellos...!<br />
13 Si el Señor no me deja plantado, ¡porque de lo contrario me meteré y quedaré empantanado<br />
en un dilema como nunca he experimentado antes! Hasta ahora, gracias a Dios, aún no me ha<br />
dado la señal. Ay, ¡si nunca llegase! Pero el Señor ya pone cara de hacérmela en seguida...<br />
14 Pero ¿qué es eso? Lejos se escuchan sonidos muy armoniosos que suenan como un canto<br />
mágico, como si saliera de órganos y gargantas humanas purísimas, ¡que sonidos más<br />
celestiales! Oh música, música divina, ¡encantas a las almas no sólo en la Tierra sino también en<br />
el Cielo!<br />
15 Se alternan acordes cada vez más adornados ... El contrabajo tan poderoso... Todo tan<br />
armónico... En suma, Señor, ¡esta música es más fascinante que todas las demás preciosidades<br />
de este mundo! ¡Y cuánto me reanima! Ahora, si realmente me toca a mí empezar primero,<br />
tengo la sensación que verdaderamente podré predicar algo fructuoso... Por supuesto, ¡estos<br />
salmos son los más melódicos que jamás habrá escuchado el oído de un espíritu como yo!<br />
16 ¡Alegría, suma alegría! Señor, ¡te agradezco este gran placer aunque estoy seguro que<br />
estaba dedicado únicamente a ti! Pero aun así estoy ahora muy feliz y tengo bastante más valor<br />
que antes. Ya sé que tienes muchos remedios para reanimar a las mentes tímidas y para dar<br />
valor a los vacilantes; pues Tú conoces la mentalidad de cada uno. De modo que voy a<br />
anunciarte como un verdadero heraldo y voy a demostrarles tu grandeza oculta, tu Amor, poder<br />
y santidad. ¡Eternamente alabado sea tu santo nombre!».<br />
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El Señor da instrucciones de comportamiento a <strong>Martín</strong>. El remedio contra la ira.<br />
Cómo hay que tratar a Satanás. Precauciones de <strong>Martín</strong> antes del sermón.<br />
Amenazas severas por parte del enemigo. <strong>Martín</strong> tranquiliza a la muchedumbre<br />
intimidada. Palabras consoladoras del Señor<br />
1 «Bueno, <strong>Martín</strong>, el canto ya está terminando. Así que, ¡prepárate! Habrá una gran disputa<br />
porque siempre tenemos que contar con la visita de nuestro enemigo...<br />
2 Por eso controla tu proceder y no permitas que la ira se apodere de ti. Al que rabia no le<br />
contestes con ira sino únicamente con seriedad y afabilidad y te llevarás la victoria. Pues la ira<br />
quiere que se despierte ira en el adversario para luego acabar con él. Pero si no encuentra objeto<br />
al que aferrarse, se sofoca a sí misma. De modo que está preparado para todo: sé serio y afable,<br />
¡y vencerás!».<br />
3 «Señor, por si acaso se presenta el enemigo que ya en otra ocasión me honró con una visita<br />
a mi casa, quisiera rogarte que me concedas algo más de poder. Pues, ¡por la jugada que me<br />
hizo me gustaría darle a esa bestia una lección que nunca olvidará!».<br />
4 «¡Despacio, <strong>Martín</strong>, despacio! ¿No me digas que has olvidado que pagar mal con mal<br />
nunca dio buen resultado? ¡Déshazte de pensamientos como esos, despáchalos tan pronto como<br />
te vengan! Actúa como acabo de recomendarte y puedes estar seguro de la victoria. Si<br />
intervienes de manera destructora, por supuesto el enemigo huirá. Pero no para dejarte en paz<br />
sino para recobrar fuerzas y luego, como cree, hacerte caer en sus trampas preparadas más<br />
astutamente aún.<br />
5 Te digo que destruirle sería muy fácil, ¡pero no puede ser a causa del orden establecido! A<br />
este enemigo hay que abordarle de una manera muy distinta para que, conservándolo, quede<br />
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