REVISTA NACIONAL - Publicaciones Periódicas del Uruguay
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350 <strong>REVISTA</strong> <strong>NACIONAL</strong><br />
La sOl¡iedad que forma la primera es prodigio de unión, aun·<br />
que no de libertad, por lo que se ve impelida a girar en un ciclo<br />
eterno alrededor de un centro invariable, objetivado en la reina.<br />
El género humano, en cambio, es libre pero no unido, de suerte que<br />
gira en desorden constante, aunque en una línea de ascensión es.<br />
piritual lenta y dolorosa. El ideal colectivo no puede ser otro que<br />
la unidad en el orden y la libertad, avanzando en un ritmo de su·<br />
peración incesante.<br />
Serio error es considerar al hombre limitado a las proyecciones<br />
de su propio cuerpo, como casi ocurre con las especies animales.<br />
Todas las potencias desplegadas <strong>del</strong> traje que lo protege, las armas<br />
que esgrime, los mecanismos que maneja, los vehículos que lo transo<br />
portan, las herramientas que emplea, los instrumentos de que se<br />
vale, forman parte de él en cada momento; se unen a sus senti.<br />
dos, a sus impulsos, a sus anhelos, a sus intuiciones; a su cuero<br />
po y a su alma. Integrando con un equipo de compañeros especia.<br />
listas en radio, radar, mecánica, electricidad, aeronavegación; su.<br />
mando aparatos incontables en número y portentosos en calidad;<br />
unido el conjunto a la voluntad <strong>del</strong> jefe, atraviesa éste, como un<br />
bólido certero y vivo, la estratósfera en dirección a la luna. Es, en<br />
esencia, un solo hombre, desde que física y psíquicamente se como<br />
porta como tal. Pero no es menos cierto que es también una por·<br />
ción viva de hombre y planeta a un tiempo: la multitud de inven·<br />
tores, ingenieros, especialistas, artesanos, mo<strong>del</strong>istas, pilotos; y la<br />
variedad de los materiales de sus trabajos; y su conjunción en mi·<br />
nas, laboratorios, talleres, usinas y escuelas; concitados todos en una<br />
coordinada y enorme función vital de sociedad humana y naturaleza.<br />
Siendo de tal modo la humanidad, espíritu y materia, debe exis·<br />
tir armonía entre esas dos expresiones para que la ascensión sea<br />
uniforme y efectiva. Empero, mientras que en oriente primó en sus<br />
rectores una tendencia hacia lo abstracto en desmedro de lo otro,<br />
en occidente reina la técnica y la economía con olvido o supedita.<br />
ción de lo espiritual. He aquí una primera causa de confusión y<br />
desequilibrio, que se suma a las rivalidades, egoísmos y desinteli·<br />
gencias.<br />
Lo más dramático <strong>del</strong> desconcierto mundial es que éste arre·<br />
cia en el preciso momento en que los poderes que nos da la energía<br />
psicofísica de hombre y tierra, alcanzan a un ápice tal que se<br />
nos fuerza a optar entre sublimarnos o desaparecer, ganar nuestra<br />
liberación decisiva o destruirnos en el caos. He aquí el pórtico de<br />
la era histórica ante la que se abre la perspectiva esperanzada de<br />
nuestras meditaciones; Porque no obstante la tensión <strong>del</strong> alma, la<br />
magnitud universal y catastrófica de los conflictos que nos amena·<br />
zan puede ser el argumento más potente que otro alguno de la éti·