REVISTA NACIONAL - Publicaciones Periódicas del Uruguay
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<strong>REVISTA</strong> <strong>NACIONAL</strong><br />
Son como dos tramos de una misma cuesta ascensional, la primera<br />
accesible a nuestros pasos; pero necesitamos alas para la verticalidad<br />
<strong>del</strong> segundo. Cuando seamos como los ángeles, tendremos tamhién<br />
sus atrihutos y la montaña entera nos será plenamente revelada.<br />
Ved que se complementan la aptitud científica y el sentimiento<br />
religioso, la sahiduría y la fe. Esta conjunción es indispensahle para<br />
avanzar, en impulsos atrevidos, en cuerpo y en alma, fuera de nuestro<br />
mundo, al descuhrimiento <strong>del</strong> más allá. Porque no vamos a tripular<br />
las naves <strong>del</strong> nuevo Colón solamente con científicos, sino que<br />
necesitamos además y sobre todo, héroes <strong>del</strong> sentimiento, vocaciones<br />
de apóstoles y mártires.<br />
CONSIGNA DE LA HORA<br />
El mandamiento de nuestra hora, cuando nos hemos apoderado<br />
de la energía cósmica, es realizar un súbito y decisivo camhio en<br />
el sentido tangencial <strong>del</strong> progreso, que hasta hoy gira sohre nuestro<br />
monstruoso yo, orientándolo hacia el exterior <strong>del</strong> planeta. La potencia<br />
<strong>del</strong> haz de rayos que acaha de cerrarse en nuestro puño es<br />
de tal magnitud que nos huye la esperanza de mejorarnos a tiempo.<br />
Se impone que entre todos los puehlos civilizados estahlezcamos algo<br />
así como una coalición de piratas, adheridos al interés común, por<br />
una parte en un orden que impida la destrucción de la nave en que<br />
vamos y, por otra, haciendo converger nuestra codicia sohre las presas<br />
que asoman a 10 lejos: La Luna, Marte, Venus. El poder concentrado<br />
en la santabárhara es tan tremendo que no nos queda más di·<br />
)'l.llltiva que morir entre bordas o jugarnos en alta mar. He ahí<br />
nuestro castigo.<br />
Fijemos esta ecuación: técnica sin ética es igual a aniquilamiento.<br />
Son muchos los determinantes de las guerras, unos políticos,<br />
otros ideológicos; los más, económicos. Ellos aumentan al ritmo de<br />
la pohlación en el planeta. El crecimiento <strong>del</strong> hombre en número y<br />
no en calidad, en ciencia y no en conciencia, es el factor más grave<br />
de nuestros conflictos. En un siglo la raza humana avanzó de menos<br />
de mil quinientos millones a más de dos mil trescientos millones de<br />
seres. Está en vías de actuar como un cáncer que devora, destruye, perturha<br />
o multiplica ahsurdamente los demás tejidos vegetales y animales<br />
<strong>del</strong> globo, deshaciendo el orden instituído por la naturaleza y que<br />
llamamos «el equilibrio de las especies». No es el desarrollo santo de<br />
la virtud, sino la proliferalidad <strong>del</strong> sexualismo y cuyos malos frutos<br />
se apuntalan a la vida con los progresos de la técnica en medicina,<br />
cirugía e higiene. En esa multiplicación inaudita <strong>del</strong> mal, el Geoyó<br />
no será propiciatorio, desde que no es un macrocéfalo satánico el<br />
fin de la humanidad. Ningún monstruo puede sohrevivir. Hay una<br />
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