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REVISTA NACIONAL - Publicaciones Periódicas del Uruguay

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384 <strong>REVISTA</strong> <strong>NACIONAL</strong><br />

campo de conjeturas temerarias. Nos seduce la frase de Virgilio:<br />

«Pueden vencer quienes creen poder vencer».<br />

Frente a las grandes incógnitas que angustian el existir, impaciente<br />

e inseguro, se han levantado las respuestas de la filosofía. Tomemos<br />

de su incesante inteligir no 10 que conviene a nuestras ansias<br />

optimistas, pero sí 10 que satisface en plenitud a nuestra sed<br />

de lo evidente.<br />

Se ha dicho, por ejemplo, que el sistema de Hegel representa<br />

una gran tentativa de seguridad; que luego de la cosmogónica de<br />

Aristóteles y la teológica de Santo Tomás, ha venido la logológica<br />

suya, establecida en el tiempo; y que una imagen mental <strong>del</strong> mundo<br />

fundada en ese factor, jamás proporcionaría el sentimiento de<br />

seguridad que el homhre amía, propio de 10 que se construye en<br />

el espado. Pues bien: esta concepción <strong>del</strong> Homocosmos se nos ofrece<br />

como alentadora y verosímil teoría, factible de transformarse en<br />

realidad, desde que ya gravita en proyecto, de una. nueva, más alta.<br />

y dichosa existencia en el espacio, hacia horizontes que se a<strong>del</strong>antarán<br />

interminablemente a nuestros vuelos, cada vez más audaces y<br />

seguros. En la acción paralela de laboratorios y talleres, el fervor<br />

recién nacido de los artistas plásticos dirige su inquietud hacia los<br />

mo<strong>del</strong>os etereodinámicos de las cosmonaves <strong>del</strong> porvenir.<br />

A. la imagen dramática <strong>del</strong> viajero pavorido y solitario sobre<br />

el maderaje muerto de un bajel inseguro que gira en el remolino<br />

de una órbita sin redención, sO]lre la tumba de un abismo insondable<br />

y en un suspiro <strong>del</strong> tiempo, oponemos la idea de que somos<br />

la sustancia espiritual de un ser "ivo y alado, que puede ir de una<br />

cima a otra siempre más alta, en procura de su nido en el ápice<br />

eternal, con la alegría de integrarse a su handada celeste.<br />

Ciertos filósofos de la historia ven en ella el cumplimiento de<br />

los propósitos divinos, 10 que no deja de ser un modo de considerar<br />

al homhre sujeto a los planes de la divinidad. Nosotros creemos<br />

asistir, en cambio, al torneo de nuestro albedrío, por el que creamos<br />

nuestro porvenir en la obediencia <strong>del</strong> máximo y casi único<br />

mandamiento, desde que comprende a los demás: la superación ordenada<br />

en el bien y que confirman de consuno victorias y catástrofes.<br />

Ella no podría ratificarse sin el equilibrio de una libertad<br />

de hacer historia y una responsahilidad de 10 cumplido. La historia<br />

es, así, o])ra humana, la ejercitación de nuestra voluntad lúcida<br />

y heroica en procura <strong>del</strong> hien superado de continuo. No significa<br />

ello que el Creador no rija a su creatura, sino precisamente que<br />

existe y actúa sohre ella en una supervisión de estímulos y llamados<br />

hacia la verdad, desde que no podemos concehir pensamiento<br />

el más recóndito ni acción la más sutil sin que gra"iten sobre ellos<br />

las reacciones de sus leyes morales, tan poderosas e ineludibles como<br />

las que gobiernan el unive,:so matcrial.

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