la vida familiar.pdf - Megapagina Pentecostales del Nombre

• Las parejas están teniendo menos hijos.
• Ellos están dedicando menos tiempo con los hijos que tienen.
• Las parejas se están divorciando con más frecuencia.
• Aquellos que no se casan, están teniendo relaciones sexuales a una edad
más temprana.
• Las enfermedades sexuales son más comunes. El SIDA es la causa número
uno de muertes en muchos países subdesarrollados del mundo —
especialmente en el continente africano.
• La gente hoy más que nunca, está conviviendo sin planes o intenciones de
casarse.
• Un número record de niños están naciendo fuera del matrimonio. Muchos
de estos niños nacen de jovencitas que todavía son niñas.
• Más niños que antes, viven con un solo padre (mamá o papá)
Cuando vemos estos datos, podemos ver cuán lejos el hombre se ha desviado del
plan original de Dios para traer hijos a este mundo. El mandato de Dios todavía
sigue firme. Su plan para las familias nunca ha cambiado. El quiere bendecirnos
con hijos quienes son un gozo en el hogar y la esperanza para el futuro.
“Corona de los viejos son los nietos, y la honra de los hijos, sus padres”
(Proverbios 17:6).
Dios se deleita en los hijos mucho antes de que ellos nazcan. El salmista David
expresó esto cuando escribió:
“Tú creaste mis entrañas; me formaste en el vientre de mi madre. ¡Te alabo
porque soy una creación admirable! ¡Tus obras son maravillosas, y esto lo sé muy
bien!” (Salmos 139:13-14 NVI).
CONCLUSIÓN
¿Qué podemos hacer para cambiar el rumbo que las familias han tomado?
• Podemos orar y pedir a Dios perdón, si es que no estamos siguiendo su
plan.
• Podemos leer su Palabra para recordar su plan para las familias. Empiece
con Génesis capítulos1-5, después lea Efesios 5: 22-33.
• Podemos obedecer el mandato de Dios de fructificar y multiplicar,
siguiendo el modelo de un hombre, convirtiéndose en una sola carne con
una mujer, hasta que la muerte los separe.
• Podemos asegurarnos de que nuestros hijos son el resultado de esa unión
— y no la razón para esa unión.
• Podemos tener cuidado de tomar la responsabilidad de proveer, criar, y
entrenar a nuestros hijos — tanto físicamente como espiritualmente.
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