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Condes Vampiro - ¡Cargad!

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el magnífico, vidente gris, elegido del consejo de los trece, señor de Skavens, portador de la<br />

palabra de la Gran Rata Cornuda, señor de los elementos y el bendecido por la<br />

decimotercera hora, estampado de un grito contra la pared (Cosa, no hace falta decirlo, que<br />

a la pared no le gustó ni un pelo -o piedra-. A nadie le gusta encontrarse con un Skaven en<br />

las tripas. Es una falta de educación muy grave).<br />

Rápidamente Zurcir el magnífico, vidente gris, elegido del consejo de los trece, señor<br />

de Skavens, portador de la palabra de la Gran Rata Cornuda, señor de los elementos y el<br />

bendecido por la decimotercera hora, recuperó la compostura propia de su posición. Frunció<br />

el cejo, y con una voz que pretendía no estar impresionada se dirigió a LlagaLarga.<br />

- Eso no me ha gustado-gustado (Curiosamente, Zurcir el magnífico, vidente gris, elegido del<br />

consejo de los trece, señor de Skavens, portador de la palabra de la Gran Rata Cornuda,<br />

señor de los elementos y el bendecido por la decimotercera hora no tenía miedo. Pero no era<br />

por el hecho de no estar aterrado, si no que le había cogido tan de improviso que no le dio<br />

tiempo a tener miedo. Dado que la velocidad del miedo Skaven es superior a la de la luz -y<br />

por ello algunos tienen miedo antes de que les pase nada y le llaman premonición- desde<br />

luego es un hecho sorprendente).<br />

El Vidente Gris tenía que actuar con cuidado. Con mucho cuidado. Pero tenía aún un<br />

as en la manga. Y ese as era que LlagaLarga aún mantenía su inteligencia. Como sumo<br />

conocedor de la forma de pensar Skaven, el Vidente sabía como hacer que el mutante<br />

Skaven le obedeciera: Apelando a su desconfianza.<br />

- Pero no pasa nada-nada, mi estimado amigo. He venido a rescatarte- dijo Zurcir el<br />

magnífico, vidente gris, elegido del consejo de los trece, señor de Skavens, portador de la<br />

palabra de la Gran Rata Cornuda, señor de los elementos y el bendecido por la<br />

decimotercera hora.<br />

Y la intensidad de esta mentira no solo dejó perplejo a LLagaLarga, sino que<br />

además, sus efectos dentro del campo probabilístico de la realidad fueron devastadores. Por<br />

un momento miles de jugadores de dados perdieron fortunas que deberían haber ganado con<br />

toda probabilidad. Un soldado tropezó mientras intentaba seducir a una muchacha,<br />

cercenando de raíz las posibilidades de que su hijo, el elegido de Sigmar que traería la paz y<br />

la armonía al Viejo Mundo, tardara unos cuantos milenios más en nacer. Un barco llegó a<br />

puerto, pero no era el suyo. Un inventor de Nuln estornudó y no recordó una idea sobre una<br />

caldera que movía un carro sobre raíles. Y unos niveles más arriba Chispaz miró hacia abajo<br />

porque le parecía que la copa que había tallado observaba divertida algo y pensaba que eran<br />

sus pies.<br />

El Vidente Gris siguió hablando.<br />

- Como sabes, LlagaLarga, tú posición dentro del clan suscitaba envidias en muchosmuchos.<br />

Por supuesto, nuestros fines siempre han sido los mismos, pues ambos servimos<br />

con fervor a la Gran Cornuda. No me malinterpretes, pues en ningún momento quise avisarte<br />

o ayudarte contra tus enemigos-enemigos, que te han dejado-dejado en esta posición.<br />

Fueron tus enemigos los que te manipularon sutilmente para enfrentarte a mi, oh servidor del<br />

clan pestilens. Si-si. Siempre he respetado-respetado tus actos, pero-pero cometiste el errorerror<br />

de dejar que te enfrentaran a mi. Pues yo soy Zurcir el magnífico, vidente gris, elegido<br />

del consejo de los trece, señor de Skavens, portador de la palabra de la Gran Rata Cornuda,<br />

señor de los elementos y el bendecido por la decimotercera hora. Y mentiría si no me alegré<br />

al saber que tú eras mi nuevo adversario ¡Por fin un adversario a mi altura en las intrigas<br />

Skavens! Pero perdiste-perdiste. Y ahora eres, lo que eres.- El Vidente Gris hizo una pausa.<br />

El silencio era tan absoluto, que hasta las paredes de piedra escuchaban expectantes.- Hay<br />

algo que debo-debo decirte, LlagaLarga. Las cosas-orko han invadido la madriguera. Los<br />

Guardias-Guardias han escapado ante las cosas-orko, porque no son cosas-orko normales,<br />

son cosas-orko muertas que siguen andando. Por lo que he visto, su objetivo es la piedra de<br />

disformidad...y tu precioso caldero.

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