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Condes Vampiro - ¡Cargad!

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estrangulándole. Donde las garras del Nigromante No Muerto profundizaron más, el cuello<br />

del hombre acabó manchado de sangre. Nagash le levantó con una mano hasta que los pies<br />

de Alcadizaar no tocaban el suelo.<br />

No podía respirar, la oscuridad se cernía sobre él, y Alcadizaar intentó<br />

frenéticamente liberarse, cortando el brazo del Nigromante a la altura del codo. Cayó al suelo<br />

y atacó desesperadamente a Nagash. Las runas Skaven de la espada afectaron finalmente a<br />

Nagash, que empezó a perder su vitalidad sobrenatural. Su cuerpo, que había desafiado el<br />

paso del tiempo, empezó a convertirse en polvo. Al sentir cercana la victoria, Alcadizaar<br />

siguió atacando, partiendo al Nigromante en miles de pedazos.<br />

Finalmente, cuando ya no se movía, Alcadizaar cogió la corona de la cabeza de<br />

Nagash y salió tambaleándose de la fortaleza. Éste era el momento que los Skavens estaban<br />

esperando. Sus tropas atacaron rápidamente y llevaron los restos despedazados del cuerpo<br />

de Nagash a sus forjas. Cada trozo del Gran Nigromante fue quemado en los fuegos de<br />

piedra de disformidad que había utilizados para crear sus artefactos. El único pedazo de<br />

Nagash que nunca pudieron encontrar fue su garra, por lo que una parte de Nagash seguía<br />

viva.<br />

Con la muerte del Gran Nigromante, muchos de los cadáveres animados por él<br />

cayeron, convertidos en polvo. Sin embargo, las energías liberadas por Nagash en la gran<br />

invocación eran tan grandes que no pudieron disiparse totalmente. Muchos de los antiguos<br />

habitantes del Reino de los Muertos siguieron atrapados en su espectral no-vida, y algunos<br />

de ellos regresaron lentamente al lugar que mejor conocían, sus propias necrópolis, donde<br />

retomaron una siniestra no-vida que era el reflejo de sus días como seres vivos. Así nació el<br />

Reino de los Muertos. Algunos siguieron vagando por el mundo, propagando el terror y la<br />

desolación por donde pasaban. Sin embargo, por el momento, la amenaza del Gran<br />

Nigromante había terminado.<br />

El Regreso de Nagash<br />

Después de la destrucción de Nagash, Alcadizaar vagó por el Pozo Maldito medio<br />

enloquecido por el horror que había presenciado y por su exposición a la perniciosa<br />

influencia de la Espada de la Muerte del Consejo de los Trece. Aunque la fortaleza estaba<br />

llena a rebosar de Skaven, sólo los más locos intentaron impedirle el paso cuando vieron el<br />

arma. Los pocos que intentaron impedirle el paso murieron casi instantáneamente.<br />

Alcadizaar abandonó la ciudadela del Gran Nigromante. Había destruido al enemigo<br />

más peligroso al que ningún hombre se hubiera enfrentado nunca, pero el precio fue muy<br />

elevado. Las energías letales del arma lo estaban matando lentamente. Su mano estaba<br />

quemada por donde empuñaba el arma, que finalmente lanzó a una grieta en el exterior del<br />

Pozo Maldito. Conservó la Corona de Nagash.<br />

Enloquecido y agonizante, caminó hacia el Norte, hacía las Montañas del Fin del<br />

Mundo, desplomándose en las aguas del Río Ciego, y ahogándose en él. Su cuerpo<br />

congelado fue arrastrado hacia las Tierras Yermas, agarrado todavía a la corona en un feroz<br />

abrazo de muerte. En esa época, las Tierras Yermas eran un país dividido, con guerras<br />

continuas entre tribus de nómadas humanas y clanes de brutales Orcos. El cuerpo congelado<br />

y medio devorado de Alcadizaar fue encontrado al fundirse la nieve en primavera, junto a la<br />

orilla del Río Ciego. Lo encontró Kadon, el chaman de la tribu Lodringen. Kadon vio que<br />

Alcadizaar era un poderoso rey ordenó que construyeran un túmulo para su cadáver. Sintió<br />

una extraña atracción hacia la corona y se quedó con ella, para su eterna condenación.<br />

La corona conservaba parte del espíritu del Gran Nigromante, y enseñó a Kadon<br />

algunos de los secretos de Nagash. LOs sueños de Kadon estaban llenos de promesas<br />

susurradas, y su mente empezó a soñar en un imperio. Su noble alma pronto quedó<br />

corrompida por el mal latente en la corona. Explicó a los miembros de la tribu que tenía<br />

visiones que le ordenaban construir una ciudad junto al túmulo de Alcadizaar. La ciudad<br />

debía llamarse Mordheim, que en el idioma de su pueblo quería decir Lugar del Muerto. Por<br />

un breve periodo de tiempo, en las Tierras Yermas floreció una débil civilización que

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