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Condes Vampiro - ¡Cargad!

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no podía sudar, pero lo cierto era que sí era una gota de sudor; por una ley universal, en<br />

estas ocasiones siempre hay alguien a quien le cae una gota de sudor por la cara, y por<br />

capricho del destino le tocó al tumulario). En la mitad de tiempo que dura un parpadeo,<br />

Gorgull se abalanzó sobre el vampiro. Lo hizo tan rápido que a ninguno de los guerreros nomuertos<br />

que tenía alrededor le dio tiempo de hacer nada (claro que ni yendo a la velocidad<br />

del crecimiento de una nuez podrían haber reaccionado a tiempo).<br />

Al verse sin armas, Gorgull hizo lo que le mandó el instinto. Le dio un fuerte mordisco<br />

al vampiro, en el cuello, cercenando con sus colmillos inferiores la yugular (y parte de la<br />

columna, la traquea y casi toda la musculatura). Cayeron al suelo ambos y rodaron.<br />

La boca de Gorgull se llenó con la sangre impía del vampiro. Y sin pensarlo dos<br />

veces (por falta de tal capacidad, principalmente) la tragó. Y siguió tragando mientras<br />

aferraba a su presa entre sus dientes. Hasta que finalmente, el vampiro volvió a la muerte.<br />

Todos los esqueletos de la horda no-muerta se deshicieron. Pero Gorgull seguía aferrado al<br />

cuerpo del vampiro, tragando su sangre. Y el mundo se volvió oscuro (todo lo oscuro que se<br />

puede volver una noche cerrada en plena tormenta).<br />

Gorgull despertó. O eso creía, por que no veía nada. Tampoco sentía dolor alguno<br />

en ninguna de sus heridas. Lo cual no le preocupó demasiado, pero le extrañó mucho. Y lo<br />

más raro de todo es que no estaba respirando.<br />

Empezó a moverse poco a poco. Y se dio cuenta que estaba enterrado en la tierra.<br />

Salió de su agujero, empezando a recordar.<br />

"Zalió el zol y me enterré porke kemaba", pensó. Y se asustó mucho del hecho que<br />

pensaba muy bien. De hecho pensaba estupendamente. Nunca había pensado tanto y tan<br />

bien. Al menos no tan seguido.<br />

Era consciente de que era de noche. Pero podía ver como si fuera pleno día. Podía<br />

oler la putrefacción de los cadáveres, los recientes y los pertenecientes a la horda no-muerta.<br />

Podía oír el susurro del viento en las hojas... del bosque de al lado.<br />

Pero lo mejor de todo era el poder. Se sentía como si pudiera partirle el espinazo a<br />

un oso. Podía saltar grandes distancias y correr con el viento (y dejarlo atrás). Y la magia<br />

oscura, que sentía arremolinarse en su ser, obedecía a su voluntad.<br />

Instintivamente (como todo lo que sabe un orco, claro) supo lo que tenía que hacer.<br />

- LEVANTAOZ AHORA MIZMO, INUTILEZ!!!!!<br />

Su grito inundó toda la pradera. Y todos los orcos muertos en batalla se levantaron,<br />

listos para volver a servir a su señor de la guerra.<br />

Una juerga por toda la eternidad.

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