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Condes Vampiro - ¡Cargad!

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Cogidos por sorpresa, los caballeros noveles frenaron la carga y retrocedieron a su posición<br />

original. Presos del miedo.<br />

Las chanzas de los guerreros enanos consiguieron herir el escaso orgullo que les quedaba a<br />

los caballeros del reino. Sobreponiéndose al miedo, cargaron contra los esqueletos.<br />

Pero ni siquiera las risotadas de los matadores afectaron a los noveles. Sin ningún honor ni<br />

dignidad, rechazaron cargar de nuevo y mantuvieron la posición entre las tropas enanas.<br />

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Armand intentó recuperar el control sobre los caballeros. Sin éxito.<br />

Gritó y amenazó, pero los indignos caballeros, con la cabeza baja, humillados, hacían oídos<br />

sordos a sus órdenes. Uno de los caballeros se abalanzó sobre él.<br />

Pensando que pretendía atacarle, el duque desenvainó su espada y se preparó para acabar<br />

con el innoble caballero.<br />

- ¡Cuidado, mesire! -el caballero resguardó con su escudo al duque, que comprendió que no<br />

pretendía herirle.<br />

Un desquiciado Goblin a lomos de un garrapato azul de afilada dentadura, aterrizaron sobre<br />

el caballero. Los dientes del garrapato hicieron presa en el escudo del caballero,<br />

arrancándoselo de cuajo y engulléndolo antes de proseguir su viaje con un descomunal salto.<br />

El hombre estuvo a punto de perder la mano.<br />

- ¡Que la Dama nos asista! -varios caballeros gritaban con el rostro desencajado por el<br />

horror- ¡Goblins por la retaguardia!<br />

El duque observó un ejército de Goblins nocturnos que emergía del bosque y se dirigía hacia<br />

los enanos.<br />

- Esto es de locos... -se dijo.<br />

Pudo oír los gritos de los hombres de armas al intentar huir cuando la situación fue<br />

insostenible. Las hordas de cadáveres vivientes los arrasaron a su paso, sin detenerse, y<br />

siguieron en dirección al duque. El duque comprendió que ya no se podía fiar de sus<br />

caballeros. Dudó también de sí mismo y, con el rostro encendido por la vergüenza del<br />

deshonor, dio la orden.<br />

- ¡Músico! -a Armand le dolía cada palabra como cristales en la garganta- ¡Toca retirada!<br />

El duque de Bouchesand y sus caballeros galoparon hacia la seguridad de las filas enanas.<br />

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Elaine, Doncella de la Dama, agradeció la hospitalidad del señor de Karak-â-Krog. Dada por<br />

muerta durante el ataque sorpresa al Concilio, pudo huir escondiéndose entre los bosques,<br />

pero se topó con la gran batalla al acercarse al poblado de Kartoffen.<br />

Viendo como las tropas bretonianas se habían reagrupado y plantaban cara a los diversos<br />

enemigos, pero demasiado alejada como para hacer notar su presencia, Elaine intentó<br />

apoyar a las fuerzas del bien con sus hechizos, pero los incontables brujos enemigos<br />

hicieron fallidos sus intentos. Finalmente, se vio obligada a esconderse entre la maleza,<br />

hasta que una patrulla enana la encontró y la acompañó a palacio.<br />

Ahora era escoltada por un grupo de guerreros enanos que la conducían a Bouchesand,<br />

donde sería recibida por el duque.

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