08.05.2013 Views

CONFIESO QUE HE VIVIDO PABLO NERUDA Memorias Estas ...

CONFIESO QUE HE VIVIDO PABLO NERUDA Memorias Estas ...

CONFIESO QUE HE VIVIDO PABLO NERUDA Memorias Estas ...

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

Confieso que he vivido. <strong>Memorias</strong> Pablo Neruda<br />

Pero la poesía no ha muerto, tiene las siete vidas del gato. La molestan, la arrastran por la calle, la<br />

escupen y la bejan, la limitan para ahogarla, la destierran, la encarcelan, le dan cuatro tiros y sale de todos<br />

estos episodios con la cara lavada y una sonrisa de arroz.<br />

Yo conocí a Rafael Alberti en las calles de Madrid con camisa azul y corbata colorada. Lo conocí<br />

militante del pueblo cuando no había muchos poetas que ejercieran ese difícil destino. Aún no habían<br />

sonado las campanas para España, pero ya él sabía lo que podía venir. El es un hombre del sur, nació junto<br />

al mar sonoro y a las bodegas de vino amarillo como topacio. Así se hizo su corazón con el fuego de las<br />

uvas y el rumor de la ola. Fue siempre un poeta aunque en sus primeros años no lo supo. Después lo<br />

supieron todos los españoles, más tarde todo el mundo.<br />

Para los que tenemos la dicha de hablar y conocer la lengua de Castilla, Rafael Alberti significa el<br />

esplendor de la poesía en la lengua española. No sólo es un poeta innato, sino un sabio de la forma. Su<br />

poesía tiene, como una rosa roja milagrosamente florecida en invierno, un copo de la nieve de Góngora,<br />

una raíz de Jorge Manrique, un pétalo de Garcilaso, un aroma enlutado de Gustavo Adolfo Bécquer. Es<br />

decir, que en su copa cristalina se confunden los cantos esenciales de España.<br />

Esta rosa roja iluminó el camino de los que en España pretendieron. atajar al fascismo. Conoce el<br />

mundo esta heroica y trágica historia. Alberti no sólo escribió sonetos épicos, no sólo los leyó en los<br />

cuarteles y en el frente, sino que inventó la guerrilla poética, la guerra poética contra la guerra. Inventó las<br />

canciones que criaron alas bajo el estampido de la artillería, canciones que después van volando sobre toda<br />

la tierra.<br />

Este poeta de purísima estirpe enseñó la utilidad pública de la poesía en un momento crítico del<br />

mundo. En eso se parece a Maiakovski. Esta utilidad pública de la poesía se basa en la fuerza, en la<br />

ternura, en la alegría y en la esencia verdadera. Sin esta calidad la poesía suena pero no canta. Alberti<br />

canta siempre.<br />

NAZISTAS EN CHILE<br />

Regresé otra vez en tercera clase a mi país. Aunque en América Latina no tuvimos el caso de que<br />

eminentes escritores como Célinel Dricu La Rochelle o Ezra Pound, se convirtieran en traidores al servicio<br />

del fascismo, no por eso dejó de existir una fuerte corriente impregnada. natural o financieramente, por la<br />

corriente hitleriana. Por todas partes se formaban pequeños grupos que levantaban el brazo haciendo el<br />

saludo fascista, disfrazados de guardias de asalto. Pero no se trataba sólo de pequeños grupos.<br />

Las viejas oligarquías feudales del continente simpatizaban (y simpatizan) con cualquier tipo de<br />

anticomunismo, venga éste de Alemania o de la ultra izquierda criolla. Además, no se olvide que grandes<br />

grupos de descendientes de alemanes pueblan mayoritariamente determinadas regiones de Chile, Brasil y<br />

México. Esos sectores fueron fácilmente cautivados por la meteórica ascensión de Hitler y por la fábula de<br />

un milenio de grandeza germana.<br />

Por aquellos días de victorias estruendosas de Hitler, tuve que cruzar más de una vez alguna calle de<br />

un villorrio o de una ciudad del sur de Chile bajo verdaderos bosques de banderas con la cruz gamada. En<br />

una ocasión, en un pequeño poblado sureño, me vi forzado a usar el único teléfono de la localidad y a hacer<br />

una involuntaria reverencia al Führer. El propietario alemán del establecimiento se había ingeniado para<br />

colocar un aparato en forma tal que uno quedaba adherido con el brazo en alto a un retrato de Hitler.<br />

Fui director de la revista Aurora de Chile. Toda la artillería literaria (no teníamos otra) se disparaba<br />

contra los nazis que se iban tragando país tras país. El embajador hitleriano en Chile regaló libros de la<br />

llamada cultura neo—alemana a la Biblioteca Nacional. Respondimos pidiendo a todos nuestros lectores<br />

que nos mandaran los verdaderos libros alemanes de la verdadera Alemania, prohibidos por Hitler. Fue una<br />

gran experiencia. Recibí amenazas de muerte. Y llegaron muchos paquetes correctamente empacados con<br />

libros que contenían inmundicias. Recibimos también colecciones enteras del Stürner, periódico<br />

pornográfico, sadista y antisemita, dirigido por Julius Streicher, justicieramente ahorcado años después en<br />

Nuremberg. Pero, poco a poco, con timidez, comenzaron a llegar las ediciones en idioma alemán de<br />

lleinrich lleine, de Thomas Mann, de Anna Seghers, de Einsteín, de Arnold Zweig. Cuando tuvimos cerca de<br />

quinientos volúmenes fuimos a dejarlos a la Biblioteca Nacional.<br />

Oh sorpresa! La Biblioteca Nacional nos había cerrado las puertas con candado.<br />

Organizamos entonces un desfile y penetramos al salón de honor de la universidad con los retratos<br />

del pastor Niemóller y de Karl von Ossietzky. No sé con qué motivo se celebraba allí en ese instante un acto<br />

presidido por don Miguel Cruchaga Tocornal, ministro de Relaciones. Colocamos con cuidado los libros y<br />

los retratos en el estrado de la presidencia. Se ganó la batalla. Los libros fueron aceptados.<br />

ISLA NEGRA<br />

Pensé entregarme a mi trabajo literario con más devoción y fuerza. El contacto de España me había<br />

fortificado y madurado. Las horas amargas de mi poesía debían terminar. El subjetivismo melancólico de<br />

mis Veinte poemas de amor o el patetismo doloroso de Residencia en la tierra tocaban a su fin. Me pareció<br />

63

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!