Artifex cuarta época - Asociación Cultural Xatafi
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Carlos Martínez Córdoba<br />
28<br />
El hombre de la basura<br />
escapado. Su rostro adquirió una seriedad grave, casi ofendida. Miró a<br />
Gerardo como si hubiera dicho algo impensable. Gerardo recibió ese<br />
gesto acusador con sorpresa.<br />
—Era broma, hombre —titubeó—; una forma de hablar.<br />
Ofelia no contestó. Agarró a Alicia, que ya tenía la bolsa en la<br />
mano, y tiró levemente de ella.<br />
—Bueno, vámonos.<br />
Desconcertada, Alicia sonrió a Gerardo, que sólo miraba a Ofelia,<br />
y salió detrás de ella.<br />
—Lo siento —le dijo la mujer en la calle—, es que no me gusta<br />
nada que utilicen ese lenguaje con los niños.<br />
—Bueno, tampoco ha sido nada tan grave.<br />
En ese momento, Alicia observó a tres niños (Álvaro, Alfredo y<br />
otro algo mayor que no iba al colegio del pueblo) que se acercaban. Pasaron<br />
por su lado y saludaron al mismo tiempo. Ellas respondieron mientras<br />
el trío entraba en la tienda.<br />
* * *<br />
Los niños parecían sentir una especial excitación ante el hombre de la<br />
basura, como si ya previeran el momento de la diversión o les inspirara<br />
un terror demasiado gustoso para no ser saboreado. No era para menos<br />
ante ese muñeco casi tan grande como un hombre y tan misterioso<br />
como los dibujos más tétricos realizados por la clase.<br />
Sin duda, la anterior profesora se había tomado el trabajo en serio;<br />
había conseguido que sus alumnos hicieran una obra realmente impresionante.<br />
Tumbado sobre la mesa de Alicia, sus piernas se doblaban<br />
en la esquina y colgaban como verdaderas extremidades. Los niños se<br />
inclinaban sobre él como cirujanos en plena intervención, como si manipularan<br />
un cuerpo inanimado pero absolutamente orgánico.<br />
El muñeco vestía un viejo abrigo y unos pantalones de pana rellenos<br />
con una buena cantidad de periódicos, muchos periódicos atrasados;<br />
las prendas parecían ocultar auténtica carne. Unos zapatos deslus-