Artifex cuarta época - Asociación Cultural Xatafi
Artifex cuarta época - Asociación Cultural Xatafi
Artifex cuarta época - Asociación Cultural Xatafi
You also want an ePaper? Increase the reach of your titles
YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.
Sergio Gaut vel Hartman<br />
Marcas, señales<br />
planeta. Rechazó la idea de la intrusión. No existían razones valederas<br />
para afi rmar que había sido elegido como intermediario por una voluntad<br />
tan ajena y morbosa. Y tampoco deseaba ser un pobre desgraciado,<br />
una víctima más de un hechizo absurdo e incomprensible. Tomó una<br />
decisión: pondría distancia; debían existir lugares fuera del alcance de<br />
las emisiones marcianas.<br />
Caminó, corrió. Una idea vaga e imprecisa lo impulsaba en cierta dirección.<br />
Aunque la esperanza de encontrar aliados en su cruzada era<br />
mínima, acarició la posibilidad de llegar a un punto opaco, ciego, un<br />
páramo yermo, sin acrílico, hierro, vidrio o agua, al que Marte no tuviera<br />
acceso. Mientras se movía automáticamente, pensó que tanto podía<br />
haber dado con la solución como no. Marte no necesitaba vehículos para<br />
alcanzarlo; no a él. Era irrelevante teorizar en uno u otro sentido. Hasta<br />
entonces, el comportamiento del fl ujo había sido errático y sorprendente;<br />
cada avance se producía mediante técnicas diversas y no se repetía.<br />
Tuvo que detenerse para recuperar el aliento. Estaba muy cerca de un<br />
grupo de casas precarias, construidas en una cava, al lado de un terraplén.<br />
Las viviendas, si correspondía tal nombre a algo tan frágil, estaban<br />
hechas de cartón, chapas de zinc, trozos de madera, plástico y otros mil<br />
materiales, en su mayor parte imposibles de identifi car. Reprimió una<br />
sonrisa porque no le gustaba sentirse así frente a la desgracia ajena.<br />
Pero tal vez los habitantes del lugar eran afortunados al no contar con<br />
los recursos que facilitaban la irrupción marciana. Era muy posible que<br />
la gente de esa villa supiera que había unos astronautas llegando a Marte,<br />
pero ese acontecimiento en sus televisores ocupaba el mismo lugar<br />
que la invasión a Jamaica de la infantería de marina de los Estados Unidos<br />
y sus aliados, y mucho menos que las formaciones de los equipos<br />
para el partido de fútbol del domingo siguiente. Apenas podía aceptar<br />
que la sociedad humana fuera una yuxtaposición de bolsones separados<br />
por la capacidad de consumo de cada cual. Este nicho en particular se<br />
hundía en el polvo (o el barro, según los caprichos del clima) a pocos<br />
kilómetros de otro en el que reinaba el más colosal despilfarro.<br />
72